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Si tras de lo uno ha de venir lo otro, que se queden ambos allá. Por mi parte, renuncio á ese legado de una civilizacion falsa y ruin, una civilizacion que merece este nombre, como merece el bandolero la calificacion de héroe. Venga el canto; venga la bella arte; vengan la moralidad y la instruccion de una cultura poderosa; la cultura del sentimiento; que no venga la infamia.

No ha llegado la hora de Magdalena, ha dicho la de Ribert a Genoveva. Cuando esa hora suene, discutirá menos... Su convicción se formará sola y ella misma reclamará el derecho de casarse con el que le haya gustado. ¡Oh! señora respondí con cierta melancolía, renuncio a conocer jamás esa hora... Jamás podré acostumbrarme a ese modo de casarse...

Y, sin embargo, te lo confieso ingenuamente, hijo mío, aunque renuncio sin dolor a los homenajes de los revisteros y a sus adjetivos arrulladores, no puedo menos de sentir tristeza pensando que jamás seré el héroe de una de esas ovaciones nocturnas con que la muchedumbre obsequia a sus favoritos.

Tuvo intento de llamar en una puerta para que le librasen de aquel martirio; pero al hacerlo le acometió tal vergüenza que renunció á ello y prefirió seguir hasta Villoria. Cuando alcanzó á ver las primeras casas era ya muy cerca del amanecer. Se dirigió á la de uno de sus tíos que allí vivía, quien le desató al cabo, le consoló y le ofreció una cama para descansar.

Conservaría un sentimiento indeleble, al mismo tiempo de creerme obligada por su clemencia. Renuncio a esa doble carga. ¿Entonces? pregunté anhelante de emoción. También ella estaba conmovida, y en sus ojos brillaban las lágrimas. Su voz se debilitó y me dijo muy bajo: Creo que nos hemos engañado... No soy yo la mujer que le conviene a usted... y acaso no es usted tampoco como yo había creído...

Y el viejo Luna, saltando de abuelo en abuelo a través de los siglos, recordaba al archiduque Alberto, que renunció la mitra toledana para ir a gobernar los Países Bajos, y al magnífico cardenal Tavera, protector de las artes; todos príncipes excelentes, que habían tratado con cariño a la familia, reconociendo su secular adhesión a la Santa Iglesia Primada.

Y ahogando los suspiros en la garganta y reprimiendo los sollozos que pugnaban por estallar, su naturaleza tranquila, razonable, valerosa, concluyó por triunfar. Empezó a sacar ropa de la cómoda y a colocarla esmeradamente en un baúl. En aquella operación se mostraba su carácter paciente y sólido. Mario la contemplaba con interés, trataba de ayudarla, pero lo hacía tan mal que renunció en seguida.

Pues por dos razones... La segunda, porque no querrías ir... Y la primera, porque María Villasis no querría que yo fuese dijo la Mazacán echándose a reír con todo su desparpajo. Justo replicó Currita . Lo mismo, lo mismo que don Simplicio Bobadilla Majaderano y Cabeza de Buey: «Puesto que Leonor renuncia a mi mano, renuncio a la mano de Leonor...».

Si no estuviesen los cien mil pesos de Gloria por el medio, ya lo creo que cederían. «Pues yo no renuncio tampoco a ellos, aunque me hagan tajadas dije con energía, entre dientes . Podría renunciar si no se tratase más que de , y aun, si se quiere, de ella, pero hay que tener presente que mañana tendremos hijos, y que yo no puedo, en conciencia, despojarlos de lo que es suyoPensando en estos hijos nonatos, despojados sin culpa del haber materno, me enternecí.

Poco a poco se fue apoderando de su ánimo aquella farsa inventada por ella y tomó la niña en serio su papel de reina Midas; renunció al amor, antes de conocerlo, y se dedicó al lujo con toda el alma. Amó el arte por el arte: ella era la que más riqueza ostentaba en paseos, bailes y teatro; llegó a ser para Olvido una religión el traje. No lucía dos veces uno mismo.