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Actualizado: 4 de junio de 2025


»Yo apenas me sentía con fuerzas para hablar; mis ojos se cerraban; el frío de la muerte helaba la sangre de mis venas. »Pues bien repliqué trabajosamente; recupera esos bienes por los que lo he sacrificado todo. Cuatro horas más, y renuncio al oro, a las riquezas que tanto ambicioné. »Conforme dijo entonces Yago. Has sido un buen amo para , y debo hacer algo en tu obsequio.

Y por lo mismo debe de hablar el último; con que cayó usted en un renuncio, señor de Bismarck... Pero no hay que apurarse por ello, que yo expondré la mía con una sinceridad impropia del oficio... Mi política es esta: «Padre nuestro que estás en los cielos... Hágase tu voluntad... Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores... No nos dejes caer en la tentación... Líbranos de mal...».

Terrible confusión en el público. Cuatro espectadores baten palmas a la presidencia. Dos gritan: Que siga, que siga. Gutiérrez, con amargura: Señor presidente, veo con claridad que aquí, como en la calle, no se respeta la justicia. Renuncio al uso de la palabra... Antes de sentarme, sin embargo, os diré que, aunque vosotros no la veáis, la avenida sube, sube, y concluirá por ahogaros.

En 15 de Septiembre se pregonó la obra de carpintería para el techo de la sala Capitular. Acudieron presentando trazas Juan Fernández, Guillermo, Francisco de Herrera, Luís de Villafranca y Pedro Izquierdo. En 6 de Julio de este año, Hernán Arias de Saavedra renunció el oficio de Correo Mayor en don Pedro Afan de Ribera Marqués de Tarifa.

Por fortuna, nadie había en la galería por donde atravesaba. Ahora dijo para la condesa, continuando en su marcha y en su pensamiento es necesario que esta carta llegue á manos de mi padre, sin que la lleve yo... ¡bah! renuncio á mi venganza á trueque de que mi padre y señor pudiera reconocerme; preferiría irme á él con la cara descubierta, y mostrarle la carta de don Rodrigo.

Renunció, pues, a la herencia legal de sus padres, y se hizo pobre pudiendo con una sola palabra hacerse rico. Fueron repartidos los bienes entre los hermanos y hermanas, y él no quiso nada. Únicamente quedaba como propiedad suya, porque así estaba consignado en los capítulos matrimoniales, la pequeña propiedad de Milly, que sólo producía de renta unos quinientos pesos anuales.

Parece que consiguió el primer objeto, pero que el éxito del segundo fué tan desdichado, que renunció por completo á sus pretensiones, dedicándose sólo á la gestión de los negocios particulares, que se le encomendaron, y á vivir con el producto de sus escritos.

Y como si tratase de afinar su puntería, tiraba sobre las aves y las frutas, tiraba sobre las mariposas con tanto tino que el lego administrador ya no se atrevió á ir á Sapgang sin acompañamiento de guardias civiles, y el paniaguado que divisó de lejos la imponente estatura de Cabesang Tales recorriendo sus campos como un centinela sobre las murallas, renunció lleno de miedo á arrebatarle su propiedad.

No pudo resistir a la tentación y dio cuenta a ésta de la conversación que acababa de tener con el paisano en tono de broma y haciendo comentarios humorísticos como quien está bien seguro de lo disparatado del asunto. Clara se puso pálida, luego roja como una brasa, y renunció a comer por el momento dando señales de profundo abatimiento.

Ansí que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere darme por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que éstas, aunque las doy por bien recebidas, las renuncio para desde aquí al fin del mundo.

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