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La piel erizábase de gotas de sudor; los pechos se dilataban, como si no encontrasen aire. ¡Vino y más vino! Para el calor no existía remedio más acertado: era el verdadero refresco andaluz. Batiendo palmas unos, y chocando otros las botellas vacías, como si fuesen palillos, jalearon las famosas sevillanas de María de la Luz y el señorito.

Cuando acaba la pieza, Orsi se levanta sudoroso y Azorín le ofrece un refresco. No, no, Azorín contesta Orsi; tengo miedo... un poquito de cognac... El concierto vuelve a empezar. El arco pasa y repasa; el violoncello canta y gime. Un mozo discurre con una bandeja; la concurrencia se va retirando calladamente. Y el violoncello se queja discreto, sonríe irónico, parte en una furibunda nota larga.

Se agrupan ante los grandes escaparates con aire desdeñoso, como príncipes que van de incógnito y no saben ocultar su elevado origen; hablan de las estruendosas ovaciones, tributadas por públicos exóticos; exhiben con satisfacción infantil, brillantes en los dedos y la corbata, insinúan con estudiada reserva los arrebatos de las grandes damas, que locas de amor querían seguirles a Milán; exageran las cantidades ganadas en su viaje y fruncen el ceño con altivez cuando algún camarada desgraciado les pide un refresco en el inmediato café Biffi.

El fuego le había empujado a un extremo de la plaza; pero apenas se refrescó el ambiente, volvió a la puerta del cafetín, cerca del laurel cargado de buñuelos, cuyas ramas se habían tostado. La falla seguía ardiendo, con sus estallidos de leña vieja, que sonaban como tiros.

Llegaron él y el señorito Álvaro, a caballo, a escape; tomaron un refresco como usted, y corrieron a San Pedro.... Creo que no habían oído misa y quisieron coger la de la fiesta.... En aquel momento, hacia oriente sonaron estrepitosos estallidos de cohetes cargados de dinamita. Ya están al alzar dijo la doncella.

Diantre! si se hace esperar! Si así se portara el Recaudador!... Que nos sirvan refrescos miéntras viene! gritaba otro mas atolondrado. Y si no viene? Será mas largo el refresco. ; comeremos mas! El emperador pagará todo! Viva el emperador! Mas adelante, al ver que llegaba nuestro tren, un paisano poco erudito en geografía y otras cosas, gritó con todos sus pulmones: Bravo! viva el emperador!

Se le refrescó de tal modo al buen caballero en aquel momento la memoria de su padre, que parecía que le estaba viendo, y oyéndole el metal de voz. A su madre no la había conocido, porque murió siendo él muy niño. Y una tarde, al revolver la calle Imperial, se perdieron, es decir, se perdió ella, y él por poco se muere del susto.

Después buscó en su moño dos o tres horquillas, recogiéndose con ellas la rebelde trenza. ¿Me ha dicho usted interrogó el viajero que venían ustedes de León? , señor.... La boda fue a las once de la mañana; pero yo tuve que madrugar para disponer el refresco... refirió Lucía con su sencillez de niña no hecha al trato social . Las tres y media eran cuando salimos de León....

La comunidad celebró su toma de hábito con un refresco espléndido y una comedia en que trabajaron las educandas. Aquel día había estado fuertemente excitada: tan pronto reía como lloraba. Después que se vio monja se había modificado un poco. Hasta hubo temporadas en que se había creído realmente con vocación, en que exageraba como ninguna hermana las penitencias y los escrúpulos.

Al regresar hubo refresco para la familia y amigos íntimos solamente: un refresco a la antigua española, con almíbares, sorbetes, chocolate, vino generoso, bizcochos, dulces variadísimos, todo servido en macizas salvillas y bandejas de plata, con gran etiqueta y compostura.