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Actualizado: 20 de julio de 2025
No tenía la suavidad del raso como las de María, porque los trabajos de la casa le habían curtido un poco; en cambio ofrecía la tersura amable de una epidermis rebosando de salud y de sangre. No estaba ardorosa tampoco como aquélla, sino siempre tibia y serena, y apercibida a toda molestia como las de una hija del pueblo.
La expresión de asombro se trocó en dolorida, de tal modo, que María, al contemplar aquel rostro contraído y rebosando de aflicción, no pudo menos de soltar una carcajada sonora y fresca como las que en otro tiempo salían a cada instante de su boca y que poco a poco habían ido cesando, como si se hubiese apagado el foco de luz y alegría de donde se escapaban.
Preocupado Candido de júbilo y sentimiento, gozoso por haber vuelto á ver á su fiel agente, atónito de verle esclavo, rebosando en la alegría de encontrar á su amada, palpitándole el pecho, y vacilante su razon, se sentó á la mesa con Martin, el qual sin inmutarse contemplaba todas estas aventuras, y con otros seis extrangeros que habian venido á pasar el carnaval á Venecia.
La señora se alzó de su asiento, y rebosando de cólera por tal falta de respeto, le dijo: ¿Y cómo se atreve usted a insultarla en mi presencia? Márchese usted pronto.... ¡Quítese de mi vista! Señora, lo que le digu es que ella tiene la culpa.... Pues si tiene la culpa, mejor.... Váyase usted. Todus nus iremus de la casa, señora, porque a esa mentecata no hay quien la sufra.
Está bien eso, Bartolo, pero tu madre te pegó en el carrillo derecho y el que tienes hinchado es el izquierdo. ¡Verdad! ¡verdad! exclamó la reunión en masa. Y se armó una de carcajadas tan estruendosas, que era imposible oir la voz estentórea del guerrero de Entralgo que protestaba rebosando indignación de aquel gratuito supuesto.
¡Ay! ¡qué engañosas son con frecuencia esas escenas de aparente dicha! ¡Cuántas veces al penetrar en la intimidad de un salón de familia, cuántas veces al pasar delante de la verja de alguna riente quinta, bañada por el sol, rebosando de flores, alegrada por la argentina risa de los niños, hemos dicho: ¡he aquí la dicha!... ¡Y cuántas veces nos hemos engañado!
Pero muy contra lo que presumía en aquel momento, el cadete salvó rápidamente la distancia de una acera a otra y arremetió con él con los brazos abiertos, la cara sonriente y rebosando de júbilo. Déjeme V. que le abrace, D. Miguel y lo hizo sin aguardar el permiso.
¿Le gusta a usted? preguntó dilatando su boca para sonreír de tal modo que dejó estupefactos a los circunstantes a pesar de hallarse acostumbrados a los prodigios que la naturaleza solía obrar en su fisonomía. ¡Muchísimo! Es precioso... precioso... ¿Quiere usted oírlo otra vez? ¡Ya lo creo! Pues lo tocaré, lo tocaré, Presentacioncita dijo el artista lleno de condescendencia, rebosando de orgullo.
De esta clase es El sol de la fe en Marsella, de Reinoso, comedia cuyo objeto no parece ser otro, en las dos partes de que consta, que reunir en ella todas las extravagancias, vistas hasta entonces en las comedias religiosas: la Magdalena naufraga en las costas de Francia, llega á tierra por las olas con los pies secos, poco después aparece en el cielo entre los ángeles, en seguida otra vez en la tierra para convertir á los gentiles; luego, á su mando, se arruina un templo de Apolo y se levantan por sí mismas las columnas derribadas, y todo esto grosero y tosco, expuesto sin traza alguna, exornado por la fantasía con un lenguaje rebosando en todas las faltas del gongorismo, en una palabra, como si fuese la obra de un verdadero insensato.
No recibía visitas de mujeres de conducta dudosa, y la suya era estrictamente ajustada a las prácticas de una vida regular. «Tiene la honradez en la médula de los huesos decía Maximiliano rebosando alegría . Le gusta tanto trabajar, que cuando tiene hecha una cosa la desbarata y la vuelve a hacer por no estar ociosa. El trabajo es el fundamento de la virtud.
Palabra del Dia
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