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Actualizado: 20 de julio de 2025
Cruzábanse por todas partes enhorabuenas y adioses, encargos y recomendaciones; y padres, madres, niños y criados, revueltos en confuso tropel, invadían todas las dependencias del colegio, rebosando esa satisfacción purísima del premio justamente alcanzado, del trabajo concluido, de la esperanza cierta de descanso; esa ruidosa alegría que despierta en el escolar de todas las edades la mágica palabra: ¡Vacaciones!
Pasábase horas y horas correteando sin objeto al través de la ciudad, y volvía a casa con los pies descalzos y manchados de lodo, la saya en jirones, hecha una sopa, mocosa, despeinada, perdida, y rebosando dicha y salud por los poros de su cuerpo.
Aunque el perro de guarda los llama desde el fondo de su nicho, y por más que el cubo del pozo, rebosando de agua fresca, les hace señas, ellos se niegan a ver ni a oír nada, mientras el ganado no esté recogido, pasada la tranca tras de la puertecilla con postigo, y los pastores sentados alrededor de la mesa en la sala baja.
Pero nada de esto dejaba traslucir su exterior, siempre pulcro y aliñado. Había crecido y engordado hasta convertirse en lo que el vulgo suele llamar «un real mozo.» Su rostro, aunque sin expresión, no tenía nada de repulsivo; era fresco, sonrosado, rebosando de salud y cercado por una patilla rubia y precoz que le sentaba admirablemente.
El pueblo se dispersa, y todavía se oyen á lo lejos los himnos sagrados, cuando aparecen Belfegor y la Idolatría, rebosando ira y envidia contra el pueblo elegido, del cual, como anuncian las profecías, saldrá la mujer que aplastará la cabeza de la serpiente, corruptora del linaje humano, y dará á luz al Mesías.
Santiago preguntó a un criado si la señora y los niños estaban ya acostados y habiéndole respondido afirmativamente, dijo a su hermano rebosando de alegría: ¿Tú no tocas el piano? Sí. Pues vamos a dar un susto a mi mujer y a mis hijos. Ven al salón. Y le condujo hasta sentarle delante del piano.
Mi hijo Alfonso está conmigo; el miércoles 10 del mes corriente llegó aquí, acompañado de su esposa, su madre política y su encantadora pequeñuela, rebosando todos salud y alegría. ¡Gracias mil sean dadas a Dios! Alfonso está, sin embargo, muy flaco, y esto me mortifica, pero es preciso que me acostumbre a ello.
Después, convirtiéndolos al cautivo, le miró con asombro y cariño largo rato, embargada por la emoción, como si estuviese en presencia del mismo San Luis Gonzaga. En efecto, el semblante del joven, rebosando de calma celeste y resignación, merecía un nimbo de luz. Todo era puro, inefable, en aquel semblante radioso.
En vano llamó una vez y otra vez que le trajesen como todos los días: Ancha bandeja con tazón chinesco, Rebosando de hirviente chocolate.
Alza esos huesos y disponte á celebrar á San Juan como es debido. Estas últimas palabras me hicieron recordar que era el día de mi tío, y que por ello había llegado yo la víspera á su casa. Felicitéle cordialmente, y no pude menos de admirar aquella humanidad robusta y, á pesar de los sesenta años que contaba de fecha, fresca y rebosando en vida.
Palabra del Dia
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