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Actualizado: 26 de julio de 2025
Ese la salvaría del pantano, como la salva ahora y la levanta. ¡Alcémosla...! ¡Que llegue hasta los cielos, que ondee y que restalle muy arriba, que cubra con su gloria nuestros duelos y que mantenga la esperanza viva! Y aunque ciego el raudal se precipite y parezca el Derecho una quimera, nadie, mientras la fe no se marchite, podrá decir que ha muerto esa bandera... Junio, 1905.
Nada recuerda ya la estrepitosa caída del arroyo, si no es la niebla de imperceptibles gotas que se ve brillar á lo lejos sobre el raudal que cae, produciendo un continuo mugido que hace vibrar la atmósfera.
Al pie de otra sierra que se desprende hacia el Sur y vuelve al Este encadenando al Ebro, está Brañosera, y poco más abajo Aguilar de Campóo, la manida de osos y el nido de águilas, principio de otro raudal de hombres no menos fieros, que después de asolar, al mando de Alfonso I, los campos góticos fueron repoblándolos lentamente de castellanos.
De repente, como si lograse desatar un nudo que le apretaba la garganta, como si quebrase un cordel que la ahogaba, rompió Pepita en lastimeros gemidos, vertió un raudal de llanto, y dio con su cuerpo, tan lindo y delicado, sobre las losas frías del pavimento.
La levantaron, la prodigaron mil cuidados. Al recobrar el sentido brotó de sus ojos un raudal de lágrimas; no cesó de llorar en toda la tarde. Cuando la comitiva se puso de nuevo en marcha hacia la población aún seguía llorando. ¿Han visto ustedes qué vino más llorón tiene esta niña de Estrada-Rosa? decía riendo el capitán Núñez. La mascarada.
Como hay una que llaman flor del aire, Hay otra que se llama flor del alma, Que á veces brota en apacible calma, O al soplo de la recia tempestad: Nacida en horas quietas y serenas Hoy te ofresco una flor del alma mia, Bañada en el raudal de simpatía Que la vieja amistad hace brotar.
Continuó su marcha hacia adelante, atraído por la frescura del agua, hasta colocarse bajo el sonoro raudal, estremeciéndose con escalofríos voluptuosos al recibir en su espalda todo el empuje del derrumbamiento acuático. Una sensación de frescura se esparcía por su cuerpo, haciéndole suspirar de placer. Sus miembros parecían dilatarse bajo la helada caricia.
Una lágrima tibia brotó de ella Que se mezcló á tus blandas armonías, Y en dobles simpatías Vibró al compas el arco y corazon. Al eco misterioso de los bosques Uniste al trino puro de las aves, Y en melodías suaves Brotó tu inspiracion como raudal. El ángel de las santas armonías Cubrió tu frente con sus alas de oro, Y en tu violin sonoro De Paganini el alma suspiró.
Recibía la luz por un ventano apaisado, con barrotes de hierro, que por la parte de dentro lindaba con el cielo raso y por fuera arrancaba a ras de la calzada; por allí se metía un raudal compacto de claridad cenizosa, como en los cuadros que representan apariciones, y se derramaba, a modo de bautismo, sobre el costado izquierdo de Belarmino.
Sí, hijo mío: aquí tienes a esta pobre vieja, que viene a verte al yermo donde moras. ¡Pues no te ha dado mala ventolera! ¡Y que no me ha costado poco trabajo encontrarte! ¡B'nina! repitió el ciego con emoción infantil, que se revelaba en un raudal de lágrimas, y en el temblor de manos y pies . Tú vinir cielo.
Palabra del Dia
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