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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Quedóse solo; se encerró y quiso leer un libro; quiso dormir, y quiso arrancarse de la mente una como corona de hierro inflamado que se la quemaba y oprimía; pero era imposible. Aquello era una irradiación, que, á ser visible, hubiera parecido una aureola.
Un hombre ponia candentes unas varas de hierro, las cogia con la necesaria precaucion, se acercaba de un modo imprevisto á sus criados, y les quemaba las piernas, los brazos ó el cogote. Los criados saltaban, gritaban, hacian gestos, y aquel hombre se distraia tambien con aquellos gestos, con aquellos saltos, con aquellos gritos. Así me recreo yo, podria contestaros aquel hombre.
En aquel momento mi corazon se apretó dolorosamente; un suspiro profundo me arrancó de mi contemplacion detras de los timoneros del vapor, y sentí que una lágrima ardiente me quemaba la cara.... Esa era mi despedida, mi silenciosa invocacion á la patria. Alcé los ojos al cielo, y ví que el pabellon británico flotaba sobre mi cabeza.
Luciana estaba muy pálida y sus ojos irritados indicaban un largo insomnio. Me tomó la mano, la conservó en la suya, cuyo calor me quemaba a través de mi guante, y me dijo: Gracias por haber venido... Es usted buena, Elena, y se puede fiar en usted, ¿no es verdad? Sus ojos me miraban como si buscasen mi alma en el fondo de los míos.
A éstos se les veía solos en todos los sitios: su presencia hacía detener o apresurar a los transeúntes; y era tan extraordinario este desvío, que hasta parecían ellos mismos afectados de profundo pesar, y se les observaba taciturnos y foscos, sintiendo que el suelo les quemaba las plantas de los pies.
A Esteco se partió con gran enojo, Que á su partir la fuerza le obligaba; El Bachiller García diera un ojo En trueco, por no ver lo que pasaba. La barba, como dicen, en remojo Echó, por ver la de otro se quemaba; Con el Dean se vá, porque temía Que lo propio será de él otro dia.
Español era él también, y su padre, y su madre; pero él no salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres: ¡porque en diez años ya no quedaba indio vivo de los tres millones, o más, que hubo en la Española!: él no los iba cazando con perros hambrientos, para matarlos a trabajo en las minas: él no les quemaba las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque ya no tenían fuerzas: él no los azotaba, hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo donde había más oro: él no se gozaba con sus amigos, a la hora de comer, porque el indio de la mesa no pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas: él no se ponía el jubón de lujo, y aquella capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la plaza a las doce, a ver la quema que mandaba hacer la justicia del gobernador, la quema de los cinco indios.
La fecha anunciaba que la señorita Cristina había recibido aquella misiva dos ó tres semanas antes: al parecer, la pobre joven, no sabiendo leer y no queriendo confiar su secreto á la malignidad de los que la rodeaban, había esperado que algún pasajero á la vez benévolo y letrado, viniera á darle la clave de aquel misterio que le quemaba el seno hacía quince días.
Hace días dijo Golfín que en este mismo sitio te llevé sobre mis hombros porque no podías andar. Esta noche será lo mismo. Y la levantó en sus brazos. La ardiente respiración de la mujer niña le quemaba el rostro. Iba decadente, roja y marchita, como una planta que acaba de ser arrancada del suelo, dejando en él las raíces.
El momento era crítico; la Naturaleza rugió con toda su indómita fiereza; sentía el calor de su rostro sobre el mío, su cuerpo tibio sobre mi pecho; sus lágrimas de fuego caían sobre mis labios, su piel candente me quemaba, perdí la razón por un momento, abrí los brazos, se me nublaron los ojos y en un segundo de locura, bramando de cólera y de pasión, me iba a arrojar sobre aquella mujer como en un precipicio, cuando un relámpago de la razón iluminó mi frente y pude detenerme en el borde del abismo a que me había arrastrado un instante la fuerza estúpida de la carne.
Palabra del Dia
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