Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de junio de 2025


Yo creia en un Dios cuando era niño; con santa uncion su nombre pronunciaba durmiéndome con él entre los labios;

Respecto de los dos meses que duró aquel extravío que sólo duró ese tiempo a lo más, le referiré tan sólo el incidente fácil de prever que lo terminó. Al principio creí olvidar a Magdalena, porque cada vez que su recuerdo venía a mi mente, le decía: «¡Huyecomo se oculta a los ojos respetados la vista de ciertos cuadros hirientes o vergonzosos. Ni una sola vez pronunciaba su nombre.

Decía esto á sus espaldas, y él no podía explicarse el respeto con que le trataban los otros invitados y la simpática atención con que le oían apenas pronunciaba algunas palabras. Así conoció á varios diputados y periodistas, amigos del banquero Fontenoy, que eran los convidados más importantes.

Cuando Belarmino pronunciaba un discurso, era de rigor que los oyentes saliesen a la plazuela del Obispo lanzando gritos inflamatorios y blasfematorios. Por eso, algunas gentes devotas maduraban seriamente el plan de convertir a Belarmino. Allí estaba Belarmino, empapado en la tiniebla, desfallecida el alma, atravesando un terrible faraón crónico y cavilando lo que debía hacer.

Andaba con dificultad, pronunciaba torpemente algunas palabras, y el órgano de la visión había vuelto a sus antiguas mañas, alterando y coloreando de un modo extraño los objetos. ¡Qué lástima, estropearse así cuando iba tan bien de la vista, que determinó concluir la obra de pelo, de la cual faltaba muy poco! «Nada, nada solía decir , si esta gran infamia prevalece, yo me muero».

Y sus nervios, que habían empezado a calmarse, luchaban con la sedación. De repente se movía, como si saltara algo en él y pronunciaba algunas sílabas. Pero la sedación vencía, y al fin se quedó profundamente dormido. A media noche pudo Jacinta con no poco trabajo llevarle hasta la cama y acostarle.

No estaba con ella; pero la tía gozaba cierto bienestar, pues disfrutaba de una renta vitalicia que alcanzaba a cien luises. ¿De dónde procedía esa renta? No se sabe. ¿Hablaba de su sobrina? Pronunciaba su nombre de vez en cuando. Pero en seguida quedaba silenciosa, como si temiese hacer traición a algún secreto.

Sin abandonar su asiento, los jueces juntaban sus cabezas como cabras juguetonas, cuchicheaban sordamente algunos segundos, y el más viejo, con voz reposada y solemne, pronunciaba la sentencia, marcando las multas en libras y sueldos, como si la moneda no hubiese sufrido ninguna transformación y aún fuese á pasar por el centro de la plaza el majestuoso Justicia, gobernador popular de la Valencia antigua, con su gramalla roja y su escolta de ballesteros de la Pluma.

Pues nada, hija... Que también se había ido a casa de la Villasis la pobre Curra. Y la grandísima tuna de la Mazacán pronunciaba aquel pobre Curra con un aire de lástima, con un acento de chunga, que la compadecida se revolvió furiosa, diciendo con su inocente risita: Pues mira, mujer..., ni dormida ni despierta se me hubiera ocurrido de ti semejante cosa. ¿Y por qué?

Efectivamente, cuando el fiel José pronunciaba estas palabras, entró Felipe, encendido y jadeante: saludó al doctor y a su sobrina y estrechó la mano a Amaury. José se retiró discretamente. ¡Ah! ¿Estás aquí, amigo Amaury? dijo Felipe. Me alegro mucho; así podrás decirle luego al conde de Mengis cómo sabe Felipe Auvray reparar los desaciertos que le hace cometer su torpeza.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando