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Actualizado: 12 de junio de 2025


Has de saber que entre los Santos Lugares y el fin del mundo habitan muchos y muy numerosos pueblos, cuales son el de las amazonas, el de los pigmeos y aun el de ciertas mujeres, tan bellas como peligrosas, que matan con la mirada, como se dice del basilisco. Y al oriente de todas esas naciones está el reino del Preste Juan, cuyas vagas descripciones habrás hallado en los libros.

Primitivamente se llamó de la Justicia, porque en ella daba audiencias el vicario general del Arzobispado. Luego la llamaron del Mollete, porque todos los días, después de la misa mayor, el preste, con acólitos y pertigueros, se presentaba en ella a bendecir los panes de media libra o molletes que se repartían entre los pobres.

Setenta y dos reyes rendían homenaje, feudo, obediencia y tributo al antiguo Preste Juan, real o soñado. ¿Por qué habías de ser menos y no tener a tu servicio otros setenta y dos reyes? Todo eso estaría muy bien dijo Morsamor . Aunque parezca fantástico e inasequible, yo me siento capaz de todo. Pero, ¿dónde están los brahmanes que quieran sublevarse y sacudir el yugo del Islam?

Las amigas de la madrina y de las damas protectoras del joven presbítero se habían ido quedando detrás, formando en torno suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el preste: las ricas vestiduras de tisú de oro despidieron vivos destellos; su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubín.

Pero Rosita, usted no reflexiona que es preciso afeitarme de cuando en cuando, so pena de parecer zapador de un regimiento; que ese buen Ramón Pérez me afeita de balde, como lo hacía su padre, y que la política y la gratitud exigen que, si se pone a cantar delante de , tenga yo paciencia, y me preste a oírle.

Apaciguada la primera furia del hambre, dice el anfitrión: , tenemos que hablar largo y tendido. Soy todo orejas. Pues bien: ha de saber usted que yo presté dinero a un amigo mío empresario del Teatro de las Musas; no ha podido pagarme, y por tratos y combinaciones que hemos hecho, y con los cuales no quiero molestar a usted..., total, que me quedo de empresario.

Llegué hasta el pie de los muros y presté atento oído a los rumores de su soledad, pero no más que el viento del norte que gemía débilmente en los patios interiores y el grito de las aves de presa que revoloteaban sobre las torres. En la parte exterior no encontré más que puertas rotas sobre sus goznes, grandes vestíbulos, sobre los que no se veían huellas humanas, y celdas desiertas.

-En teniendo gobierno -dijo Sancho-, enviaré por él por la posta, y te enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se los preste a los gobernadores cuando no los tienen; y vístele de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser. -Enviad vos dinero -dijo Teresa-, que yo os lo vistiré como un palmito.

No crea que conseguí fácilmente el puesto: hasta necesité influencias. Al principio hacíame gracia el odio de la gente: me sentía orgulloso con inspirar terror y repugnancia. Presté mis servicios en muchas Audiencias, rodamos por media España, y los chicos cada vez más hermosos; hasta que por fin caímos en Barcelona. ¡Qué gran época! La mejor de mi vida: en cinco o seis años no hubo trabajo.

Para que medren unos cuantos ganapanes que no saben más que charlar por los codos. Fuera el Congreso y fuera el Senado. Una persona arriba, llámese rey, presidente o Preste Juan, que tenga firme por la rienda y arree con el látigo al que se desmande. Luego, nada de indultos. Al que conspire, cuatro tiros y en paz.

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