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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Y aquí por dónde al completar la presentación de rigor, me he deslizado á dar mi opinión sobre la forma literaria del libro.

Preguntó mi mujer con picante curiosidad. Ese bedel, conserje ó lo que sea, contesté á mi compañera, me dice que vayamos al estanco, en donde nos darán un billete, cuya presentacion es indispensable para visitar el edificio. El billete en cuestion nos costará un franco á cada uno. Mi mujer agrió el gesto de un modo visible.

Ya hemos hablado de la presentación en sociedad, del amor y su apariencia, del cariño, del espíritu nuevo que forma un largo convivir, del matrimonio, del «gancho», del «» y del «no» de las niñas, de las «planchadoras», de la moda y el diablo.

Viendo tal profanación, escándalo y desacato, penetró el insigne D. Paco en la pieza, y exclamó: ¿Qué alboroto es este? Asuncioncita, Presentacioncita, todo se lo contaré a mamá cuando venga, todo, todito. Presentación cesó de cantar, y tomando al preceptor por un brazo, le dijo: Sr. D. Paquito mío, si no le dices nada a mamá, te doy un beso.

Tan metida en misma estaba con estos bochornos y aquellas alegrías, que apenas comió. Como recordara en la mesa que debía hablar algo de Augusto para preparar su presentación, dijo que era un estudiante pobre, un buen chico, hijo de labradores, algo tocado de la cabeza, más músico que médico y más médico que fino.

La señora ha leído a Carmen Sylva, la buena y discreta reina rumana, y repite a su hija estas palabras que pueden servir de norma en una presentación en sociedad: «La tontería se coloca siempre en primera fila para ser vista; la inteligencia se coloca detrás para ver». Y luego agrega por cuenta propia: «discreción, hija mía, compostura, sosiego; mide lo que dices; más vale que peques por cortedad».

No obstante, cuando menos podía esperarse, Presentación recibió una larga epístola de su futuro en que a vueltas de mil frases dulces, untuosas, impregnadas de resignación cristiana, le manifestaba que por el momento le era imposible pensar en casarse. ¡Rudo golpe para él, que se juzgaba próximo a realizar el sueño de su vida!

Señora venía usted a decirme, yo sigo tan enamorado de su hija Presentación como el primer día. A pesar de su desgracia la quiero con todo mi corazón, porque mi cariño no se cifraba en la hermosura del cuerpo, que es perecedera, sino en la del alma, que jamás muere. El violinista se puso horriblemente pálido.

Y si ustedes me preguntan qué es eso de ser «blanco», les diré que luego de tantos años no estoy todavía bien enterado... Tal vez me hicieron «blanco» a la fuerza. Y relató su llegada a Montevideo, cuarenta años antes, sin más fortuna que una carta de presentación para un catalán establecido en el interior. El país estaba en revuelta, pero la ciudad presentaba su aspecto normal.

Mario le contempló lleno de pasmo, como siempre que se acercaba desde hacía algún tiempo a aquel hombre extraordinario. Presentación no quedó ciega, pero desfigurada. Era un dolor ver aquel rostro, tan hechicero en otro tiempo, ultrajado por repugnantes costurones. La infeliz no cesaba de llorar, aunque con esto dañase a sus ojos, aún no curados por completo.

Palabra del Dia

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