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Actualizado: 28 de julio de 2025
Estudiemos la condicion verdadera de la muger, ya bajo el dorado arteson, donde para endulzar su cautiverio se la embriaga de placeres, haciéndola pasar del tocador al divan, del divan á la danza, de la danza á la música y á los cuentos, de la música al perfumado baño, del baño á la mesa, de la mesa al palanquin y del palanquin al lecho; ya bajo las tejas del pobre zaquizamí, donde á la dura servidumbre de su sexo se reune la brutal inconsideracion de su marido.
Unas veces miraba hacia el vecino jardín sumergido en tenebroso y perfumado silencio; otras levantaba el rostro y las pupilas hacia la altura. Nada exaltaba su pasión como el suntuoso misterio de los astros. Parecíale que sus luces inquietas le hablaban un lenguaje sublime que él no alcanzaba a comprender.
Me hallo como el viagero que ha colgado Su hamaca entre dos árboles floridos; Que envuelto en un ambiente perfumado Le acarician sus gajos estendidos; Y que al fin se aletarga blandamente Y hojas y flores caen sobre su frente.
Cuando el viento soplaba con fuerza impidiéndome estar a orillas del agua, me encerraba en el patio del lazareto, un patio pequeño y melancólico, todo él perfumado por el aroma del romero y del ajenjo silvestres, y allí, junto al lienzo de las vetustas paredes, dejábame invadir por el vago olor de abandono y de tristeza que envuelto en los rayos del sol flotaba entre los aposentos de piedra, abiertos por todas partes como tumbas antiguas.
Todo llega por fin... Que tenga usted grandes éxitos, señor diputado. Y acercando a su boca el perfumado fruto, clavaba en la dorada carne sus dientes blancos y brillantes. Cerraba los ojos con delicia, como embriagada por la tibia dulzura del jugo. Crujían los gajos entre sus dientes, y el líquido de color de ámbar rezumaba, cayendo a gotas por la comisura de los labios carnosos y rojos.
Poco tardó Úrsula en aparecer de nuevo remando con prisa: saliole al encuentro Miguel así que puso el pie en tierra y recibió de sus manos un billete perfumado que había metido en el seno. Decía así el billete: «Querido mío: Una inquietud dulce y misteriosa que ayer noche experimentó mi corazón me anunciaba sin duda que estabas cerca de mí.
Durante toda esta conversación, Morrongo despertó, arqueó el lomo tanto como el de un camello, dio un gran bostezo, se relamió los bigotes y olfateando en el aire ciertas para él gratas emanaciones, fuese acercando poquito a poco a don Modesto, hasta colocarse detrás del perfumado paquete colgado de su bastón.
Las celdas del piso bajo abrían a un terrado con bancos de piedra, y sentados en ellos los solitarios, podían contemplar aquel estrecho y ameno recinto, animado por el canto de las aves y perfumado por las emanaciones de las flores, parecido a una vida tranquila y reconcentrada; o bien podían esparcir sus miradas por el espacio, en sus anchos horizontes, en la inmensa extensión del océano, tan espléndido como traidor; unas veces manso y tranquilo como un cordero, otras agitado y violento como una furia, semejante a esas existencias ingentes y ruidosas, que se agitan en la escena de mundo.
Sentían la necesidad de respirarla, de vivir en el ambiente perfumado que la envolvía, siguiendo sus pasos. Al ver al capitán le tendió una mano simplemente, lo mismo que si se hubiesen visto el día anterior. ¡No se quejará usted, Ferragut!... Como no le encontraba en el hotel, he sentido la necesidad de visitarle en su buque... Deseaba conocer su casa flotante. Todo lo de usted me interesa.
Me has rechazado, Jacobo, cuando estaba dispuesto á servirte. Estoy libre de todo deber respecto á ti. Adiós. Dió tres pasos hacia el salón y ya tocaba con la mano á la puerta cuando esta se abrió por sí sola y aparecieron Marenval y Vesín. Al mismo tiempo que ellos entró en la estufa un soplo de calor perfumado y un rumor de aplausos. Era que Jenny Hawkins acababa de cantar.
Palabra del Dia
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