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Actualizado: 24 de julio de 2025


Querría, señor, perdóneme, porque no puede usted participar de este voto, querría que no nos separásemos jamás... y ruego humildemente al Cielo haga todos los milagros que sean necesarios para esto... porque no se me oculta... que serían menester milagros.

Entonces, si bien con pena de interrumpir aquellos arrobos y éxtasis contemplativos, tocó en el hombro á D. Carlos y le dijo casi á la oreja: Perdóneme V. que le distraiga de sus devociones y que turbe la visión beatífica de que sin duda goza; pero me urge hablar con V. Hágame el favor de venir conmigo, que tengo que hablarle de cosas que le importan muchísimo.

Perdóneme usted otra vez. Pero mi corazón necesita paz y he venido a buscarla a esta santa casa. Su siempre agradecida. AmparoSin despedirme del padre Ambrosio salí comprimiéndome las sienes con las manos. Mi cabeza se rompía. Aquella carta había sido para un golpe de muerte, y apenas pude salir a la calle.

Y perdóneme vuestra merced el haber contravenido a lo que prometimos de no interromper su plática, pues, en oyendo cosas de caballerías y de caballeros andantes, así es en mi mano dejar de hablar en ellos, como lo es en la de los rayos del sol dejar de calentar, ni humedecer en los de la luna. Así que, perdón y proseguir, que es lo que ahora hace más al caso.

No es eso todo lo que tengo que decirle, y perdóneme usted si empiezo el año con tristes noticias. El duque se incorporó de un salto. ¿Qué pasa, pues? ¡Me da usted miedo! La señora duquesa me inquieta desde hace algunos meses. ¡Ah!... Efectivamente, doctor, usted abusa de los malos augurios. La duquesa, gracias a Dios, está perfectamente. ¡Ya quisiera estar yo como ella!...

Yo... perdóneme su ausencia... no la creía impecable, pero no la creía capaz de pecar por amor.

Petra sonrió de un modo que ella creyó discreto y retorció una punta del delantal. Perdóneme Usía... dijo con voz temblorosa y ruborizándose. No hay de qué, hija mía. Agradezco su celo. Don Fermín estaba pensando que aquella mujer podría serle útil, no sabía él cuándo, ni cómo, ni para qué. Sintió deseos de ponerla de su parte, sin saber por qué esto podía importarle.

Aquí pienso en usted como pienso en todos los sitios adonde voy desde hace algún tiempo... Yo no lo que me pasa; vivo en un estado de constante zozobra, y esto, como usted me decía hace pocos días, es una señal de amor verdadero. Estoy enamorado de usted como un loco. Comprendo que es una atrocidad, que es un crimen, pero no puedo remediarlo... Perdóneme usted.

Sonrió al oírse llamar de aquel modo tan nuevo y perdóneme la memoria de un corazón irreprochable, incapaz de doblez ni de traición su sonrisa, sin que ella lo advirtiera, tenía significado tan cruel que acabó de desconcertarme. Se inclinó hacia ... y no ni lo que le dije ni lo que dijo ella: vi sus ojos rebosantes de dulzura cerca de los míos... Luego todo dejó de ser inteligible para .

Al ver las miradas de súplica que ardían en aquella pálida cara, una extraña angustia la sobrecogió, y mientras que Juan decía en tono suplicante: Le ruego, María Teresa, que me diga que no está irritada contra ... ¡perdóneme!

Palabra del Dia

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