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Actualizado: 1 de junio de 2025
Miéntras que se estaba disponiendo á morir, se voló del balcon el loro del rey, y fué á posarse en los rosales del jardin de Zadig. Habia derribado el viento un melocoton de un árbol inmediato, que habia caido sobre un pedazo de un librillo de memoria escrito, y se le habia pegado. Agarró el loro el melocoton con lo escrito, y se lo llevó todo á las rodillas del rey.
¿Te ríes acaso porque han castigado a tu primo por faltas que los dos habéis cometido?... No está bien eso, Miguel, no está bien eso.... Debieras ser un poco más generoso..... Si a ti no te han pegado, no es porque no lo merecieses, bien lo sabes, sino porque tu tía no tiene autoridad para hacerlo.
¿Les pegan a ustedes con frecuencia? preguntó el portero. Pero escuche... El rubio asegura que nunca le han pegado, y yo no lo creo. Es imposible que no les peguen a ustedes. Como no les rompen ningún hueso, no tiene importancia. Por doscientos rublos al mes, bien puede uno resignarse a eso. ¿Verdad? El portero le miraba sonriendo amistosamente.
¡Jesús, Arias, oléis a carbón de piedra! Rafael, mira que cuando hablas, tienes dejo. Arias, se os ha pegado el desgavilo. Arias, te vas volviendo rubio. Rafael, cántale al barón: Cuando el rey de Francia toca el violín, dicen los franceses Uí, uí, Uí, Uí, uí. Arias dijo Polo , parecéis un oso en medio de un enjambre de abejas.
El público, que gusta de mostrar buen corazón después que han sucedido las desgracias, se levantó en masa, volviéndose iracundo contra el presidente, como si él fuese quien hubiera pegado las cornadas al Serranito. ¡Bárbaro, bárbaro, asesino! Agitaban frenéticos los puños y los bastones frente al palco presidencial, los ojos llameantes, los rostros demudados por la ira.
Salían cada dos días, luego de cerrada la noche, cargados con aquellos paquetes, por cuyo trabajo daban a Feli unos cuantos reales. Maltrana seguía la acera pegado a la pared, con cierta vergüenza, ocultando la cara, lanzando oblicuas miradas para reconocer a los transeúntes. La joven, a pesar de la torpeza de sus piernas, esforzábase por seguir su rápido paso, semejante a una fuga.
¿Qué hay, Remigio? le preguntó el banquero. Acaba de llegar un amigo del Pardo, el cochero de los señores de Mudela, y me ha dicho que el señorito Leandro se encontraba un poco enfermo.... ¡Claro! ¡Qué le había de pasar a ese chiquillo!... No está acostumbrado a tales juergas. Toda la vida en el colegio o pegado a las faldas de su madre.
9 y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios. 10 Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad sacudimos en vosotros; pero esto sabed, que el Reino de los cielos se ha llegado a vosotros. 13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!
Búscate un modo de vivir. Vete con tu tía... No hay tu tía, no, no...; déjame. ¿Para que has venido acá? Ni falta... Aire, aire. No necesito consejos. Aborreces a Surupa, y, sin embargo, ¡cuánto se te ha pegado de él! Cuando recuerdo cómo eras y cómo eres, cómo hablabas y cómo hablas, no sé qué me da. Así es el mundo: unos se quedan y otros se van Yo me fui, ¿te enteras? Yo me he muerto.
Sin embargo, no quiero ser hipócrita: declaro que fui todo el tiempo pegado a las casas, con lo cual evité que me cayese una tercera parte de agua de la que por clasificación me correspondía. Antes de llegar a la puerta del Sol eché una mirada al cielo, mirada escrutadora que me hizo ver sombra arriba y sombra abajo.
Palabra del Dia
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