Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de mayo de 2025


Pero vió en los ojos de la infeliz un pensamiento de desesperación tan terrible, que tuvo el presentimiento de una desgracia inmediata. La voz del traspunte se oyó en el pasillo: Á escena para el último acto... Y al pasar cerca de la puerta: Miss Hawkins, ¿se puede empezar? , respondió Lea tranquilamente, ya bajo.

Eran las seis. Pasó por delante del conserje, que le dijo: Señora Hawkins viene usted con mucho adelanto. Aquí tiene su llave. La doncella no ha llegado todavía. ¿Va usted á comer en su cuarto? Lea no respondió y subió la escalera que conducía al primer piso. Siguió un largo pasillo, abrió una puerta y entró en la habitación que le servía de salón de recibo.

En un acceso de febril júbilo, salió al pasillo gritando: «¡Nina, Nina, ven y entérate!... ¡Ya somos ricas!... ¡digo, ya no somos pobres!...». Pronto acudió a su mente el recuerdo de la desaparición de su criada, y volviendo al lado de Cedrón, le dijo entre sollozos: «Perdóneme; ya no me acordaba de que he perdido a la compañera de mi vida...

Por fin, se hizo lo que Ballester deseaba; Maxi se vistió y salieron. En el pasillo, Segismundo comunicó su pensamiento a doña Lupe: «Mire usted, señora, yo tengo que ir al cementerio a ver la lápida que he hecho poner en la sepultura de esa pobrecita. La costeo yo; he querido darme esa satisfacción... una lápida preciosa, con el nombre de la difunta y una corona de rosas...».

Salió al pasillo y gritó: ¿Vino doña Petronila? Ahora llama, contestaron. Entró la de Rianzares. Don Fermín le cortó el saludo en la boca. Ahora mismo hay que llamarla dijo. ¿A quién... a Ana? , ahora mismo. Don Fermín volvió a sus paseos. No quería conversación. La de Rianzares, sierva de aquel hombre, calló y entró en el gabinete. Pasó media hora. Sonó la campanilla de la puerta.

Julita soltó una estrepitosa carcajada, cuyos ecos llegaron hasta el gabinete de Miguel. «¿De qué se reirá aquella locase preguntó éste sonriendo también frente al espejo mientras se aderezaba para salir. ¡Miguel! ¡Miguel! gritó su hermana desde el pasillo. Ven aquí, por Dios; ¡mira, por tu vida!

La esposa del fisiólogo se levantó del asiento, tomó de la mano gravemente al artista y le llevó consigo fuera de la sala. Timoteo se dejó arrastrar presa de una emoción que le privaba por completo del uso de sus facultades mentales y a medias del juego de las rodillas. Llegaron al pasillo, y allá a lo lejos columbraron la silueta de Presentación.

Se miraron fijamente, insistentemente, aislados del mundo en aquella recta paralela de alma a alma que los mantenía inmóviles. Durante el tercero, mi vecino no volvió un instante la cabeza. Pero antes de concluir aquél salió por el pasillo opuesto. Miré al palco, y ella también se había retirado. Final de idilio me dije melancólicamente. El no volvió más y el palco quedó vacío.

María besó a su madre en la frente, y poco a poco, procurando no ser notada, salió del salón por la puerta del comedor. Se detuvo en él a beber un vaso de agua azucarada y quedó un instante inmóvil con la mirada puesta en el vacío. La sombra de tristeza había obscurecido mucho más su semblante. Salió del comedor y atravesó un largo pasillo bastante obscuro.

A fuerza de tiempo, acostumbrados los ojos a la obscuridad, podían distinguirse los unos a los otros. El que entraba, iba despacio por el pasillo de las butacas para no tropezar, palpando los cráneos de los que las ocupaban, por ver si había alguna vacante. Aquí no, don Rufo. ¿No hay asiento? preguntaba sonriendo al vacío como los ciegos. No; suba usted arriba, a los palcos.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando