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En cuanto á fumar, todo el mundo lo hace en Italia, hasta las damas de la corte. Su falta de respetabilidad era tan grande como su ignorancia de la economía, que llegaba al descuido más completo. Jamás se preocupó por saber cómo iba á pagar lo que compraba ni con qué haría frente á los gastos de la vida diaria. Mientras tenía dinero, lo gastaba; cuando el cajón estaba vacío, se privaba de todo.

Además de estar loco, padecía del estómago, de gota y otras muchas enfermedades; a veces el doctor le ponía a régimen; a veces le privaba durante un día entero de todo alimento; pero a Pomerantzev todo esto le tenía sin cuidado.

Tiburcio que, libre de amores platónicos, privaba tiempo hacía con Teletusa, sabía por ella el buen concepto que donna Olimpia tenía de su amigo y la inclinación que hacia él le llevaba. Aquella tarde vio Tiburcio a Teletusa, y juntos concertaron un plan muy alegre y una grata sorpresa para donna Olimpia.

Las condiciones impuestas por la condesa eran un considerable aumento de sueldo para ella y la Secretaría particular de don Amadeo para Juanito Velarde, adorado amigo que a la sazón privaba. El encargo era fácil, dado el afán que de llenar aquel desairado cargo con un grande de España existía en la corte y en el Gobierno.

Mientras la conducían se les soltó la risa, lo que les obligó más de una vez a dejarla en el suelo. El joven, con los esfuerzos, se ponía muy colorado, y esto hacía reír de tal modo a la niña que le privaba en absoluto de las fuerzas. Reía pocas veces, mas cuando se le soltaba la llave no había quien la atajase.

Ande suelta la lengua too lo que quieras; pero si sacas las garras, niño, encárgate otra cara, porque esa te la eshago de un revés. ¡Olé las mozas de arranque! exclamaba el señorito. ¡Así me gusta mi niña! ¡Con riñones y too!... Cuando Rafael presentábase en Marchamalo, el señorito no se privaba de este continuo requebrar a María de la Luz.

Al examinar aquello, renacieron los rencorcillos y las quejas que diferentes veces habían perturbado su espíritu... ¡Quien tal poseía la privaba de ponerse un vestido nuevo! ¡El dueño de aquella suma se empeñaba en vestir a su mujer como una ama de cura!... ¡Oh, qué hombre más ñoño!... Si, como él decía, en lo sucesivo iba a ser ella verdadera señora de la casa, precisábale variar de temperamento, mostrarse más exigente, y dar a las economías de la familia un empleo más adecuado a la dignidad de la misma... Guardar dinero de aquel modo, sin obtener de él ningún producto, ¿no era una tontería? ¡Si al menos lo diera a interés o lo emplease en cualquiera de las Sociedades que reparten dividendos...!

Godfrey sabía todo eso y lo comprendía tanto más cuanto que había tenido el fastidio de ser testigo de los accesos de cólera brusca e implacable de su padre, accesos ante los cuales su irresolución habitual lo privaba de toda simpatía. Pero no criticaba la indulgencia culpable que los precedía; esa indulgencia le parecía bastante natural.

La limosna no bastaba ni con mucho; en vano se privaba ella hasta de su ordinario alimento, para disimular en casa la escasez; en vano iba con las alpargatas rotas, magullándose los pies. La economía, la sordidez misma, eran ineficaces: no había más remedio que sucumbir y caer diciendo: «Llegué hasta donde pude: lo demás hágalo Dios, si quiere».

El 15 de Marzo protegia Monteverde la revolucion que en Liquisique acaudillaba deslealmente el indio Reyes Vargas, que sin grandes merecimientos habia recibido el nombramiento de capitan del gobierno de Venezuela; y á los seis dias de esta defeccion los patriotas, á quien una grave dolencia privaba de su jefe el comandante Gil, eran derrotados completamente en Carora.