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Actualizado: 25 de junio de 2025


La madre se opuso, con grandes extremos de susto que hacían palidecer sus mejillas y azulear sus labios. ¡El único Febrer, sometido a una existencia peligrosa y viviendo lejos de ella!... No; bastantes héroes había tenido la casa. Debía ser señor en la isla; un caballero de vida tranquila, que crease una familia para perpetuar el apellido que llevaba.

»¡Ignora usted, pues continué, que le estimo tanto como Teobaldo, que le amo tanto como él!... ¡ah! ¡mil veces más!... La proximidad de la muerte, la vista del cadalso no me hicieron palidecer; ¡y cree usted que un secreto del que depende su suerte no me podrá ser confiado! ¡Teobaldo lo guarda por amor a su Dios!

Pero pronto despertó con estremecimiento, y creyó oír una voz que decía: ¡Alabado seas, Señor, por nuestra hermana la luna y las estrellas, que en el cielo has formado claras, bellas y preciosas! El fraile se levantó de su duro lecho y se puso en oración, hasta que, a través de la ventanilla de su pobre celda, vió palidecer la luna y las estrellas.

Por todo lo que he oído decir, es usted una joven animosa, capaz de recibir sin flaquear un golpe inesperado. Basta de preámbulos, se lo ruego, doctor dije, sintiéndome palidecer. ¡Bueno! A tampoco me gustan los preámbulos. Su hermana... Y al decir esto, sin embargo, se detuvo. ¡Mi hermana... está en... peligro de muerte, doctor! Había querido parecer fuerte, pero las piernas se me doblaban.

Y la cadena de agentes, de menor á mayor, se perdía en misteriosas alturas que hacían palidecer á Freya, poniendo en sus ojos y en su voz una expresión de supersticioso respeto. Únicamente le era lícito hablar de sus trabajos, y lo hacía discretamente, contando los procedimientos que había empleado, pero sin nombrar á sus colaboradores ni decir cuál era su finalidad.

Los pueblos desmolados se echaban a morir. Avila, Toro, Córdoba y Granada se negaron a aceptar el encabezamiento de 1576. En las naciones extrañas el solo nombre de Felipe Segundo hacía palidecer a los banqueros. Los Fugger dieron por fin un nudo a la bolsa y volvieron la espalda. Otros no sabían si continuar o romper para siempre, como el judío que ha prestado a un tahúr de luenga espada.

Somos los amos de la tierra firme y del mar; tenemos asido al mundo de las greñas. El tercio de Flandes o de Italia han hecho palidecer la fama de la falange macedónica y de la romana cohorte; y al solo rumor de unas espuelas españolas tiemblan por doquiera los populachos. ¡Oh, necios! ¿Conociose jamás un monarca que fuese a la vez tan justiciero y tan grande como Felipe?

Eran ya las dos....., la hora anunciada y esperada hace tanto tiempo por los astrónomos. El eclipse había principiado; pero aun no se percibía alteración alguna en la luz del sol. A eso de las dos y media empezaron á palidecer las nubes, mientras que el mar se ponía cada vez más sombrío.

El pensamiento de encontrarme en presencia de aquella mujer hizo latir violentamente mi corazón y debí palidecer, porque Pector se echó á reir y me dijo: ¡Diablo! ¿Tan impresionable es usted, querido? ¿Ó es que está usted bajo el imperio de la abstinencia? La verdad es que la hospitalidad de las indias de los lagos no es muy halagüeña, ¿verdad?

Le vi apretar las cejas y palidecer; era, sin duda, que leía lo de ganso. Luego se le aflojaron las cejas, le comenzó a temblar una mejilla, le asomaron lágrimas a los ojos, dejó caer la carta, sin acabar de leerla, se cruzó de brazos, estuvo silencioso largo rato, mirando al muerto, sollozó: «Para ti, alma generosa, no es noble ni decorosa la terrena inhumación.

Palabra del Dia

rigoleto

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