Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de junio de 2025


Estaba enteramente ocupada por la gente de la aldea, todos labradores; las mujeres delante, vestidas la mayor parte de tela de estameña negra, pañuelos de color a la garganta y la cabeza cubierta con mantilla de franela; los hombres detrás, con chaqueta de bayeta verde o amarilla, calzón corto de pana, medias blancas de lana sujetas por ligas de color.

Este príncipe envió también cartas a su padre, que era el más famoso encantador de aquella edad, consultándole sobre el caso del pájaro verde. La Princesa, en el ínterin, seguía muy mal de salud y lloraba tan abundantes lágrimas, que diariamente empapaba en ellas más de cincuenta pañuelos.

¡Dicen que no sabemos vengarnos! decía; ¡que el rayo estalle y lo veremos! Pero Plácido no contaba con lo que le esperaba en casa del platero. Cabesang Andang acababa de llegar de Batangas y venía á hacer compras, visitar á su hijo y traerle dinero, tapa de venado y pañuelos de seda.

Se fueron, y dos horas después, cerca de un rancho, encontramos otra partida de jinetes, con lanzas también, y con esos caragüelles bombachos que parecen enaguas recogidas en las botas; pero éstos llevaban al cuello pañuelos blancos.

Los chicos, aspados dentro de los trajes nuevos que estrenaban, formaban numeroso grupo que giraba anhelante y respetuoso en torno del cohetero. Por encima de las doradas mazorcas asomaban la cabeza, adornada ya con pañuelos de colores chillones, las jóvenes aldeanas.

Por eso, cuando los estudiantes pasaban en la procesión, vestidos de negro, con una flor amarilla en el ojal, los pañuelos de todos los balcones soltábanse al viento, y los hombres se quitaban los sombreros en la calle, como cuando pasaban las banderas; y solían las niñas desprenderse del pecho, y echar sobre los estudiantes, sus ramos de rosas.

Se chillaba, se reía, se arrojaban las mazorcas unos á otros, se tiraba de los pañuelos á las zagalas, se defendían ellas dando algunos vigorosos empujones que no pocas veces hacían caer de bruces á sus contrarios. Todo se hacía menos trabajar.

Millares de pañuelos y gorras agitados en el aire y un vocerío inmenso acogieron aquella ligera ventaja del caballero teutón. Nada desanimado el de Morel, llegóse á escape á su pabellón y se presentó á los pocos momentos con otro fuerte yelmo, pronto para la segunda justa. El resultado de ésta fué tan igual para ambos que los mejores jueces no hubieran podido adjudicar la victoria á uno ni otro.

Avanzaron unos arrastrando los pies, otros con saltitos de pájaro, alguno con los ojos muy abiertos, mostrando en las pupilas la vaguedad de la ceguera senil, todos temblorosos de frío, con el cuerpo forrado de bayeta amarilla y la gorra calada sobre dobles pañuelos arrollados a las sienes. Era la vieja guardia corriendo a morir junto a su ídolo.

Don Paco no quiso salir a despedirnos, porque estaba traspasado de dolor, al ver según dijo después cómo en una semana se torciera, al soplo de las malas compañías, el derecho arbolito criado con tanto esmero en el apacible huerto de sus lecciones. Las dos señoritas salieron a las ventanas, y nos despedían agitando los mismos pañuelos con que secaban sus lágrimas.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando