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Actualizado: 28 de junio de 2025
¡Dicen que no sabemos vengarnos! decía; ¡que el rayo estalle y lo veremos! Pero Plácido no contaba con lo que le esperaba en casa del platero. Cabesang Andang acababa de llegar de Batangas y venía á hacer compras, visitar á su hijo y traerle dinero, tapa de venado y pañuelos de seda.
Buen consuelo, ser perros ocho horas en vez de nueve. Aumento de jornal. Y en seguida suben ellos la ropa, el pan, la casa... si pudieran... ¡hasta el aire tasaban! Entonces se oyó una voz que no había sonado aún: una voz que delataba un cuerpo chico y una voluntad monstruo. Aquí no hemos venido a discutir sino a vengarnos. ¿Tenéis coraje? ¿Sí o no?
Pensabamos salir al foso ciertos Antes de alli morir que de escaparnos, Pues fuera quedar vivos aunque muertos, Si muriendo pudieramos vengarnos; Mas pues nuestros disignios descubiertos Han sido, y es locura aventurarnos, Amados hijos y mugeres nuestras, Nuestras vidas serán de hoy mas las vuestras.
Ahora, como puede usted ver, terminó mi comunicante, todos los que habitábamos en "Carrera Larga" y sus alrededores los abandonamos para ir á pasar miserias y penalidades á Guantánamo; pero en llegando allí, como si fuésemos uno, empuñaremos el rifle para vengarnos del inmenso daño que esos foragidos nos han causado.
Pero al acordarse de Quevedo, se acordó del duque de Lerma; al acordarse del duque de Lerma, recordó que para él le había dado una carta la abadesa de las Descalzas Reales, y que se la había dado de una manera urgente. Entonces hizo un paréntesis en sus imaginaciones, y dijo suspirando: Puesto que necesitamos vengarnos, es necesario servir á quien vengarnos puede.
Pareceme, varones esforzados, Que en nuestros daños con rigor influyen Los tristes signos y contrarios hados, Pues nuestra fuerza y maña desminuyen: Tienennos los Romanos encerrados, Y con cobardes mañas nos destruyen, Ni con matar muriendo no hay vengarnos, Ni podemos sin alas escaparnos.
-Así es -respondió don Quijote-, y no hay que hacer caso destas cosas de encantamentos, ni hay para qué tomar cólera ni enojo con ellas; que, como son invisibles y fantásticas, no hallaremos de quién vengarnos, aunque más lo procuremos.
Palabra del Dia
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