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Actualizado: 15 de julio de 2025
Montáronle en un jumento y empezóse la procesión hacia el brasero y aunque era el calor excesivo, el polvo como niebla espesa y el trecho largo de más de dos mil pasos, ni les faltó jamás quien les exhortara, ni en las calles, plazas y campos, quien les oyera, llenara y embarazara el camino.
A salir de dudas . Pues hágame usted el favor dijo a su amigo, lo bastante bajo para que no lo oyera nadie más que él , de referirnos lo que haya, sea malo o pésimo, pues bueno, ni casi regular, no lo espero; porque desde el portazo que se nos dio esta noche en Peleches, estamos mi padre y yo que no nos llega la camisa al cuerpo...
Dejémosles envueltos en el velo de su discreto incógnito, y oigamos a Fernández, que desbordándose de su propio ser, a causa de la exorbitante hinchazón de su orgulloso júbilo, iba contando lo que oyera, sin dejar de aderezar sus relatos con la sal y pimienta de la hipérbole. Pues en Andalucía dijo , en Andalucía..., ya saben ustedes dónde está Andalucía; como si dijéramos en Cádiz..., pues.
Si á veces la he estado oyendo con la boca abierta, como si oyera á todos los Padres de la Iglesia.... Deje usted eso murmuró la devota con visible disgusto. Yo no entiendo de esas cosas. Es sobre el tema de la tentación quinta de San Antón. Bien sabe usted aquello, cuando el demonio se le presentó en figura de ... de muchacha, pues....
A fe, señor don Pablos, que si yo lo oyera, que yo le acordara de que tiene las espaldas en el aspa de San Andrés. Entonces, muy afligido el alcaide, respondió: ¡Ay, mujer, que callé porque dijo que en esa teníades vos dos o tres madejas! Que lo sucio no os lo dijo por lo puerco, sino por el no lo comer.
No me da pena confesarlo; y óyelo bien, mira que te lo digo sinceramente, como lo siento, como si mi madre me oyera: si te enamoras de Gabriela; si en el amor de esa niña esta cifrada tu felicidad; si ella es para tí dicha y ventura, no vaciles, olvídame, olvida a la pobre Linilla, y ¡se feliz! Ya te lo dije, te lo he dicho muchas veces, todo el anhelo de mi corazón es verte dichoso.
¡Chocheces de viejo! dijo Quilito con suficiencia: si te cierra la bolsa, acudes al Banco, que es el padre común de los fieles. No habrá más remedio... Bajó la voz, porque quería contar algo que no convenía oyera el socio, inclinado sobre el pupitre.
«No quiero incomodarme, no quiero alzar tampoco la voz dijo doña Lupe levantándose de su asiento , porque no se entere ese desventurado». Salió un momento con objeto de cerrar puertas para que no se oyera la gresca, y a poco volvió al gabinete, diciendo: «Se ha quedado dormido. Si te parece, haz bulla para que no descanse el pobrecito. Te estás portando... ¡Silencio!».
Oye tú añadió alzando la voz, como cuando se habla con un sordo : ¿quieres trabajar, quieres volver al taller del Sr. Bou?». Como si nada oyera, Mariano se levantó desperezándose, y dijo: «Me voy. Alto ahí, amiguito replicó Encarnación siguiéndole . Has de arrastrar una calza como los pollos. No saldrás sin mi compañía». Pero Mariano no le hacía caso y salió.
Empujole hacia la puerta mirando a todos lados por si había en el recibimiento o en los pasillos alguien que tales despropósitos oyera. No había nadie. D. José se deshizo en reverencias; pero no se turbó porque le llamaran loco. «Si la señora no me cree se limitó a decir , puede enterarse en la vecindad...». Jacinta le retuvo entonces. Quería que hablase más.
Palabra del Dia
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