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Comienza don Pablos su nueva azarosa vida; pero su mala ventura quiso que un alguacil prendiese a la vieja que gobernaba y encubría a los estafadores, descubriéndose por ella toda la maraña, y dando con todos en la cárcel. Logra salir de la prisión don Pablos, merced a su ingenio y al dinero que da a los carceleros.

Ella muy contenta dijo: "Pues llévatelos, Pablos, ahora, que mañana juraré." Yo, por más asegurarla, dije: "Lo peor es, Cípriana que así se llamaba , que yo voy a riesgo, porque me dirá el familiar si soy yo, y entre tanto me podrá hacer vejación. Llevadlos vos, que yo, pardiez que temo."

Vino mi amo y como me halló durmiendo y no sabía la asquerosa aventura, enojóse y comenzó a darme repelones con tanta prisa, que a dos más, despierto calvo. Levantéme dando voces y quejándome, y él, con más cólera, dijo: ¿Es buen modo de servir ése, Pablos? Ya es otra vida. Yo, cuando decir «otra vida», entendí que era ya muerto, y dije: -Bien me anima V. Md. en mis trabajos.

A fe, señor don Pablos, que si yo lo oyera, que yo le acordara de que tiene las espaldas en el aspa de San Andrés. Entonces, muy afligido el alcaide, respondió: ¡Ay, mujer, que callé porque dijo que en esa teníades vos dos o tres madejas! Que lo sucio no os lo dijo por lo puerco, sino por el no lo comer.

Díjome, en viendo que los tenía: -Hijo Pablos, mucha culpa tendrás si no medras y eres bueno, pues tienes a quién parecer. Dinero llevas, yo no te he de faltar, que cuanto sirvo y cuanto tengo, para ti lo quiero. Agradecíle mucho la oferta. Gastamos el día en pláticas desatinadas y en pagar las visitas a los personajes dichos. Pasaron la tarde en jugar a la taba mi tío, el porquero, y demandador.

A lo cual respondí yo que me llamaría a hambre, que es el sagrado de los estudiantes, y si no me valiese diría: "Como se entraron sin llamar a la puerta, como en su casa, entendí que eran nuestros." Riéronse todos de las disculpas. Dijo don Diego: "A fe, Pablos, que os hacéis a las armas."

No cómo lo diga, que el desacato es tal que me acobarda. ¿No os acordáis que dijisteis a los pollos "pío, pío", y es Pío nombre de los papas, vicarios de Dios y cabezas de la Iglesia? Papaos el pecadillo." Ella quedó como muerta, y dijo: "Pablos, yo lo dije, pero no me perdone Dios si fue con malicia.

Yo, que el modo de llamar, comencé a dar voces y dije: "¡Oh cuerpo de Dios, ama! ¿No hubiérades muerto un hombre o hurtado moneda al rey, cosa que yo pudiera callar, y no haber hecho lo que habéis hecho, que es imposible dejarlo de decir? ¡Mal aventurado de y de vos!" Ella, como vió hacer extremos con tantas veras, turbóse algún tanto, y dijo: "Pues, Pablos, ¿yo qué he hecho?

Díjome, en viendo que los tenía: "Hijo Pablos, mucha culpa tendrás si no medras y eres bueno, pues tienes a quién parecer; dinero llevas, yo no te he de faltar, que cuanto sirvo y cuanto tengo para ti lo quiero." Agradecíle mucho la oferta; gastamos el día en pláticas desatinadas y en pagar las visitas a los personajes dichos.

Riéronla todos, doblóse mi afrenta, y dije entre : «Avisón, Pablos, alerta». Propuse de hacer nueva vida, y con esto, hechos amigos, vivimos de allí adelante todos los de la casa como hermanos, y en las escuelas y patios nadie me inquietó más. Libro Primero: Capítulo VI: De las crueldades de la ama, y travesuras que hizo. «Haz como viere» dice el refrán, y dice bien.