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Actualizado: 9 de junio de 2025


En ti reposa la alabanza, oh Dios, en Sión; y a ti se pagará el voto. 5 Con tremendas cosas, nos oirás en justicia, oh Dios de nuestra salud, esperanza de todos los fines de la tierra, y las lejuras del mar. 7 El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el alboroto de los gentiles.

No habiéndose ido a pique entre estas tremendas olas, saldrá también victoriosa de la resaca. Cornelio, mira bien, no sea que haya escolleras delante del atol. Las ondas luminosas nos las harán ver, tío. La chalupa, impulsada por el viento y las olas que corrían hacia los arrecifes, se acercaba con rapidez al atol, que se veía perfectamente a los resplandores de la niebla luminosa.

En uno de los límites de la isla de Guajan en su extremo Norte, existe enclavada en un seno madrepórico de coral una peña, á cuya granítica masa tajada á pico, constantemente azotan las ondas del gran Pacífico; el conjunto de panoramas que se desarrollan ante la vista del que contempla aquellos desiertos lugares, desde luego le predisponen á la meditación, queriendo descubrir alguna huella á quien interrogar sobre aquel coloso calizo que se eleva en medio de las embravecidas ondas, y del cual se separa el natural con el supersticioso temor de un testigo que ha presenciado sangrientos episodios, que ni la mano destructora del tiempo ha podido borrar de la mente que lo trasmite, ni el mudo, pero elocuente lenguaje de la peña que lo atestigua.

»En seguida me encerré yo en mi dormitorio... a velar, a padecer, a aturdirme con el pensamiento volteando entre las ondas de la tempestad que ya no me cabía en la cabeza. Según lo convenido con mi madre, al otro día, en cuanto el banquero llegó, salí yo sola a recibirle.

Naves, alzad las flámulas hermosas Envueltas por las nubes magestuosas Del humo del cañon, Conmemorando los gloriosos dias En que Chile botó á las ondas frias En leño audaz su invicto pabellon. Campos feraces do la mies ondea, Selvas en donde el pájaro gorjea, Rios que vais al mar: Un himno alzad con voz estrepitosa, Que os fecundó la sangre jenerosa Que enrojeció las gradas de su altar.

La blanca aurora rompe el denso velo Que sobre sus espaldas se ve ondear, Cual , graciosa, al despertar apartas El pelo de oro que robó tu faz. En sus ondas azules se reflejan Del cielo la bonanza y tempestad, Cual tus ojos azules reproducen De otros ojos la sombra y claridad.

A Sagrario y a Leticia las temía de lumbre; y cada vez que una de ellas sentaba a Luz sobre sus rodillas para besarla, resonaban los besos en sus oídos como el chapoteo de las ondas cenagosas, y hasta veía la tersa y pura frente de la niña salpicada del fango de la charca.

¿Cómo pintar tu rubia cabellera Que en ondas de oro baja de tu frente, Sin las hebras de luz del sol ardiente Cuando espléndido brilla en alta esfera? Sin el sereno azul del firmamento ¿Cómo pintar de tu ojo la dulzura, Y esa mirada cariñosa y pura Que hace olvidar al hombre su tormento?

Interrogaciones son estas que solo con hipótesis contestan las generaciones presentes. Jadeantes, rotos y hambrientos dirigimos la última mirada á la bóveda del calizo sarcófago, jamás hollado hasta entonces por planta europea, comprendiendo el placer de la libertad al divisar por la abertura de la peña las azules ondas que no encuentran dique hasta besar las arenas de las americanas playas.

Nunca soñé con ser el término de la carrera del raudal, sino con ser el camino por donde sus limpias ondas se fueran derivando, hermoseando el camino al paso, y reflejando en él el cielo sereno y todas las galas de la tierra, con más primor en el reflejo y con mil veces mayor hechizo que en la realidad misma. »¡Qué bien me has castigado, Dios mío! ¡Qué bien me has castigado!

Palabra del Dia

vorsado

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