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Actualizado: 9 de junio de 2025


A los piés de la inmensa plaza se tiende el histórico , con sus cristalinas y abundantes ondas.

La profundidad média es de 2 metros, que disminuye mucho cuando las mareas se retiran, y llega hasta 7 y medio bajo el puente de Lóndres en la mas alta marea. Así, la navegacion de los vapores y grandes buques está sujeta, en lo general, al flujo y reflujo del mar del Norte, que recibe las ondas del Támesis.

Bajando por la impávida eminencia, desde incógnitas fuentes, rueda la gota de agua. En la confluencia donde se unen arroyos y torrentes, con su ritmo triunfal de excelsas notas o de ondas desatadas se entremezclan mil gotas con mil gotas hasta formar ciclópeas cascadas...

El peinado es ridículo, con la raya en mitad de la cabeza y la frente escondida bajo las ondas. Ni a las mujeres está bien eso de cubrirse la frente, donde está la luz del rostro.

Esta es una diferencia esencial del sólido al líquido para nuestro asunto; la piedra no suena sino cuando la impelen a rodar; el agua murmura sólo corriendo y existiendo. La clase media de la humanidad, así también, va siempre murmurando. Un golpe dado en un cuerpo sólido le arranca un pedazo; el golpe dado ya en el líquido encuentra resistencia, produce ondas, imprime movimiento.

El rio corre por el fondo de una hoya profunda formada por altos contrafuertes ó cordones de montañas ásperas, sobre un lecho pedregoso, llevando en sus revueltas ondas una espesa disolucion de arenas graníticas y calizas que le dan su tinta cenicienta.

Empezó á delirar, y á pesar de la vigilancia que con él se tuvo, logró escapar, arrojándose ciegamente en brazos de las ondas que tanto le aterrorizaban y no obstante le atraían. Por otro lado, el mar encariña de tal manera á los hombres que por largo tiempo se confían á su merced, á los que viven con él familiarizados, que no les es dado abandonarle jamás.

De Leipsick y Praga, ciudades que solo visité al pasar, nada podré decir; por lo tanto entremos en Viena. El Danubio, ese imponente y majestuoso rio que ha presenciado tantas batallas y sido testigo de acontecimientos tan importantes, atraviesa y rodea Viena con sus ondas alguna vez turbulentas.

A ruego mío, mientras don Carlos se engolfaba en su partida de ajedrez, abría Gabriela el piano, un soberbio «Erard», y tocaba lo más selecto del repertorio en boga.... Las horas pasaban dulcemente, dulcemente, como las ondas del río lejano que nos enviaba, a través de los bosques rumorosos, y de las alamedas del jardín, el canto misterioso de sus turbias aguas.

En sus mejillas pálidas, había dos puntos encendidos que ganaban en viveza a las cintas del gorro, y realzaban la mirada impaciente de sus ojos brillantes y atrevidos. Se le desprendía el cabello inquieto, como si quisiese, libre de redes, soltarse en ondas libres por la espalda.

Palabra del Dia

rigoleto

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