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Aquel hombre, que ansiaba cataclismos y que soñaba con la gorda, pero muy gorda, vivía por ironía en el barrio del Pacífico.

Pues un día que iba por la Plaza de Provincia, vio el burro de un aguador, suelto: el dueño estaba en la taberna próxima. Entráronle ganas a Manolito de montarse en el pollino, y como lo pensó lo hizo. Pero el condenado animal, en cuanto sintió el jinete salió escapado, y aunque el chico hacía esfuerzos por detenerlo, no podía... Total, que llegó hasta la calle de Segovia, muy cerca del puente.

Si era absolutamente preciso resignarse a un buen matrimonio, y no veía otra salida, ¿por qué no ella mejor que una pécora cualquiera que hiciese sonar demasiado su dinero y que, al menos, le tratase de igual a igual siendo su señor y dueño? Blanca, la pobre, se estimaría muy feliz siendo su humilde servidora. Porque no había duda, ya le adoraba como hermano. ¿Qué iba a ser ahora?...

¿Parece que a ustedes no los ha dejado satisfechos la fiesta? dijo de pronto Melchor al terminar la comida. ¿Cómo no?... repuso Ricardo, hemos asistido a un espectáculo muy interesante; yo no hablo mucho porque estoy cansado con el galopón de esta mañana y el trajín de todo el día. ¿Y ?

Hay que reconocer que ese hombre tenía que concluir de mala manera; pero eso no quita que una le tenga lástima. Estuve muy mala aquel día, y a ratos me entraban ganas de llorar. Mal se portó conmigo, muy mal... ¡Ah!, ya veo yo que todo se paga en este mundo». ¡Pobre señor! exclamó Fortunata . A también me dio lástima cuando lo supe.

¿No soy yo más experimentado que vos? Experimentado y sabio. Pues respetadme por mayor en edad y en saber. Contestadme, joven, y creed, suponed que os habla y os pregunta vuestro padre. Sois nuevo en la corte, y la corte es muy peligrosa. Habéis dado de bruces con palacio y para vos se ha centuplicado el peligro. ¿Para qué esperáis á don Rodrigo Calderón? Para matarle. ¿Y por qué?

Las doce de acá y las doce de allá eran una disputa o guirigay de campanadas. «Vamos, que también se oye la Merced... Tantísima hora, tantísima hora, y no sabe una si son las doce o qué...». Para tener compañía y servicio, tomó por criada a una niña, hija de una de las placeras amigas de Segunda. Llamábase Encarnación y parecía muy formalita.

Poco, muy poco es para la categoría que usted tiene ya en el ejército; pero los tiempos corren malos lo mismo para ustedes que para nosotros. Acomódese usted por ahora, que tal vez más adelante... Di las gracias con efusión, pensando que aquel empleo me acercaría a Gloria y me facilitaría el camino para hacerla mía.

Leto tenía un bote, malo por supuesto; pero andaba a fuerza de vela; el inglés se las pelaba por esa diversión en que era gran maestro... ¡caray, yo lo creo! como que era del Royal-Club de su tierra, y había ganado no cuántos premios de honor en regatas famosas... eso es... ¡uf! y hombre muy principal y acaudalado, , señor... y buen mozo... pues golpe al bote a todas horas... y atrocidad va y atrocidad viene... porque no cómo no quedaron en una de ellas.

Cierto que no tenemos crédito; pero á Martín le quedan media docena de estudios muy bonitos.... Verá usted ... el de la sierra de Guadarrama, precioso... el de La Granja, con aquellos arbolitos... también, y el de... qué yo qué. Todos muy bonitos: Se los llevaré... pero no sea malo y compadézcase del pobre artista....