Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de octubre de 2025
Los labios amoratados, con profundas grietas, se movían quejumbrosos, murmurando siempre la misma palabra: ¡Perdón...!, ¡perdón! A la vista de aquella ruina, el padre sintió que se venía abajo su coraje. Sus ojos expresaron una tristeza inmensa, anonadadora. Retrocedió de espaldas hasta la puerta de la habitación seguido por la joven, que avanzaba de rodillas tendiéndole las manos.
Era de esas personas que han llegado a tener cosas, y una vez en posesión de esta ejecutoria, pueden ya cometer a mansalva toda clase de desmanes sin otro temor que el de ver a las gentes encogerse de hombros murmurando: ¡Cosas de Fulano!
El Magistral iba presidiendo el duelo de familia: no era pariente del difunto, pero le había sacado de las garras del Demonio, según Glocester, que se quedó en la sala capitular murmurando. «Aquello más que el entierro de un cristiano fue la apoteosis pagana del pío, felice, triunfador Vicario general». En efecto, el pueblo se lo enseñaba con el dedo: «Aquel es, aquel es, decía la muchedumbre señalando al Apóstol, al Magistral».
Raquel, que solía tener pesadillas penosas, lloraba ahogada por la angustia; pero cuando Adriana se abrazó a ella y consiguió despertarla, por largo rato no pudo substraerse al terror de su sueño. La agitaban ligeros sollozos, y los hermosos ojos empañados por el llanto, miraban sin comprender. Adriana le acariciaba los cabellos, y murmurando palabras de cariño, procuraba apaciguarla.
Pero ¿dónde vais con ese ministro? dijo el portero. Montiño creyó que debía ser prudente y contestó sin vacilar: Es un amigo á quien convido. ¡Ah! dijo el portero creía... Venid, señor ministro, venid; vamos á las cocinas... Y subieron por unas escaleras. No hay como ser cocinero de su majestad para convidar á los amigos sin disminuir los ahorros se quedó murmurando el portero.
¿Qué es esto? y tocándolo sólo con las puntas de los dedos, como si temiera ensuciarse, lo dejó caer al suelo murmurando: ¡Papeluchos ateos! ¡No lo tires, que después lo pide Pepe y arma una marimorena!
Tiró de su revólver con la idea de hacer fuego desde allí, sin tener en cuenta la distancia; pero Watson le contuvo con su diestra, murmurando al mismo tiempo junto á uno de sus oídos: Hay dos hombres más, que no sé dónde están. Esperemos á que lleguen nuestros compañeros.
Marchando con la cabeza baja, sin saber adónde iba, se vio de pronto en la cubierta de paseo. Apretaba los puños, murmurando palabras iracundas. ¡Cómo se había burlado de él aquella mujer! ¡Qué vergüenza!... Cansado de pasear por la cubierta solitaria, sentóse en un banco lejos de la luz, contemplando el Océano por encima de la borda.
Los señores condes, ó los condes á secas, como pedía el señorito Octavio que se dijese. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Hecha la señal de la cruz, los condes se sentaron, desdoblaron las servilletas y acercaron las sillas á la mesa. Los niños continuaron en pie con las manos sobre el pecho murmurando una oración.
El verde claro y deslumbrador de éstos resaltaba y hacía contraste con el oscuro de aquéllos, regalando la vista y convidando á reposar. El río corría murmurando por el fondo de la cañada. En uno de los prados que bordaban el camino, corría también un arroyo que servía para mover el molino que blanqueaba entre los árboles.
Palabra del Dia
Otros Mirando