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Actualizado: 1 de junio de 2025
Iguales a las procesiones de vírgenes que desfilan en los tímpanos de las catedrales llevando como ofrenda entre ambas manos un cofre de reliquias, las vírgenes americanas de falda trabada, altos tacones y paso airoso iban de grupo en grupo regalando dulces: «¿Un bombón, señora? ¿Un chocolate, señor?...».
En el pasaje de los Panoramas compramos un frasco de vinagre de olor, un pomo de aceite y algunas pastillas. Yo creí equivocadamente que el frasco valia dos francos y medio, y pagué á razon de esta suma. La pastilla valia seis sueldos, de modo, que fué moral regalando una pastilla que me costaba dos veces más de lo que valia.
Vamos, Placidete, ¡que no es dinero perdido! Y acompañó estas palabras con un guiño significativo. Plácido recordó el caso de un estudiante que ganaba cursos regalando canarios, y dió tres pesos. Mira, ¿sabes? escribiré claro tu nombre para que el profesor lo lea, ¿ves? Plácido Penitente, tres pesos. ¡Ah! ¡escucha!
El verde claro y deslumbrador de éstos resaltaba y hacía contraste con el oscuro de aquéllos, regalando la vista y convidando á reposar. El río corría murmurando por el fondo de la cañada. En uno de los prados que bordaban el camino, corría también un arroyo que servía para mover el molino que blanqueaba entre los árboles.
Mas abajo las faldas aparecen á trechos cubiertas con las alfombras frescas y tupidas de algunas praderas, ó de repente se ve una rambla estrecha y profunda por cuyos agrios peñascales se precipita algun torrente, saltando de roca en roca en luminosos torbellinos de perlas y espumas y regalando á las brisas su eterno concierto de salvajes rumores.
Parece dijo Valderrábano, que de algunos días a esta parte, apenas le advierten por esas calles, se ponen a seguille, y le van regalando todo el tiempo con sus vítores, que güelen peor de lo que suenan. Quiera Dios no le empujen a alguna demasía agregó con lenta modulación el Canónigo lectoral.
Caractéres que no pueden ménos de acompañar el talento de concepcion profunda y cabal; pero que imitados por otro de ménos aventajadas partes, solo indican á veces superficialidad y lijereza, como brilla limpia y trasparente el agua poco profunda, regalando la vista con sus arenas de oro . Qué es el juicio. Manantiales de error.
Las doncellas de los camarotes de lujo iban de mesa en mesa, disfrazadas de campesinas del Tirol, regalando flores. Otros criados, vestidos de buhoneros alemanes, ofrecían las chucherías que llevaban en un cajón sobre el pecho.
El Papa, que por lo visto no pecaba de presuntuoso, quedó muy satisfecho, lo cual mostró regalando a Velázquez una soberbia cadena de oro, de la cual pendía una medalla con su efigie. Con lo que en alabancia de este retrato se ha escrito, podría llenarse un grueso tomo.
Palabra del Dia
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