United States or Cyprus ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los mozalbetes más osados acercaban a ella el rostro con cierta insolencia, pero la belleza bondadosa de aquella cara de María Santísima les imponía admiración y respeto. Las chalequeras no murmuraban ni reían al pasar Ana. ¡Es la Regenta! ¡Qué guapa es! Esto decían ellas y ellos. Era una alabanza espontánea, desinteresada.

En los últimos días de una primavera cortejó a una viuda aristocrática tan honesta y virtuosa, que no murmuraban de ella ni aun sus íntimas amigas. Al empezar el verano logró rendirla, y comenzado en Madrid el idilio, se dieron cita para continuarlo en un pueblecillo de baños.

Los que tenían de él agravios, le murmuraban y evitaban su encuentro llamándole «envidioso» y «mala lengua». Los que no, se reían de sus exageraciones y le abocaban con gusto, sin profesarle gran afecto tampoco. Otro de los personajes allí congregados era don Feliciano Gómez.

El respetuoso Sa-Tó, descorrió las cortinas y me hallé en un jardín obscuro y silencioso, donde, entre sicomoros seculares, kioscos iluminados, brillaban con una luz suave, como colosales linternas perdidas en la selva. Los surtidores y las fuentes murmuraban en la sombra.

Algunas derramaban ya lágrimas llevándose el pañuelo a los ojos; otras se contaban al oído los preparativos para la fiesta y las circunstancias que habían acompañado a la determinación de la joven. Se hablaba mucho de una carta que ésta había escrito al marqués de Peñalta despidiéndose de él y disculpándose. Algunas compadecían a Ricardo, mientras otras murmuraban que no le faltaría novia para casarse. Después de todo, si Dios la llamaba a por ese camino, ¿había razón para apartarse de

En esto, ya comenzaban a gorjear en los árboles mil suertes de pintados pajarillos, y en sus diversos y alegres cantos parecía que daban la norabuena y saludaban a la fresca aurora, que ya por las puertas y balcones del oriente iba descubriendo la hermosura de su rostro, sacudiendo de sus cabellos un número infinito de líquidas perlas, en cuyo suave licor bañándose las yerbas, parecía asimesmo que ellas brotaban y llovían blanco y menudo aljófar; los sauces destilaban maná sabroso, reíanse las fuentes, murmuraban los arroyos, alegrábanse las selvas y enriquecíanse los prados con su venida.

¡Lagarto! ¡lagarto! murmuraban, entornando los ojos para no ver lo que estaba sobre sus cabezas. Otros, ni aún valiéndose de este conjuro se atrevían á pasar adelante, y en pleno invierno, con las manos en la faja y echando chorros de vapor por la boca, preferían mantenerse fuera, esperando que Friterini, el criado del boliche, les sacase los vasos.

He sido vicario, trabajando del alba a la noche por seis reales al día: peseta y media, don Fernando. Y todavía el barbero del pueblo y otras malas lenguas murmuraban de la vida regalona que llevamos los de la Iglesia... Cuando vivía en Madrid, cerca del diputado del distrito, solicitando un puesto mejor, he andado hecho un azacán de sacristía en sacristía pidiendo misas como el que pide limosna.

Esta enumeración interminable parecía corta a muchos, que hacían un gesto de protesta al callarse el predicador. «Otros estuvieron, y no los nombran», murmuraban los payeses cuyos apellidos no habían sonado. Todos querían ser descendientes de los guerreros del capitán Angelats.

Los demás volvían también la cabeza y murmuraban: « ¡Precioso! ¡preciosoInmediatamente todos anudaban su cuchicheo interesante, empezando por la señora de la casa: « El sombrero malva, el vestido malva, la sombrilla malva, el forro del coche malva...» La pianista animada por los elogios ponía el alma y la vida en la interpretación de Les premieres feuilles du printemps.