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Actualizado: 28 de junio de 2025


Invitamos a algunas muchachas de aire equívoco a tomar algo en los cafés y tabernas; pero al vernos borrachos huían. Aburridos, cansados, dimos con nuestros cuerpos en una tienda de montañés próxima a la Puerta del Mar. Aquella noche hice yo un gasto de cólera y de rabia inútil. Al entrar en la taberna vi a un hombre moreno, mal encarado, que me miraba de una manera aviesa. Debía de ser un matón.

En cambio tiene usted la gratitud y el amor de muchos. ¿Abatirme? ¡Eso no! replicó en un arranque de energía. ¡Eso no! Nadie me verá rendido. Al contrario: altivo, con soberbia dignidad. Por eso no me quieren. Tomé la pluma, y burla burlando le puse de oro y azul. Mandé a «El Montañés» tres comunicados de chupa y daca. Hijo: mi hombre vio lumbre, y gritó, pateó, rabió.

Llenos de gratitud, han divinizado el bosque protector. ¡Desgraciado de quien toque con el hacha uno de sus troncos salvadores! «Quien mata al árbol sagrado, mata al montañés», dice uno de sus proverbios. Y sin embargo, matadores de estos ha habido, y no pocos.

Enfrente de don Román coloca el señor Pereda otro tipo, montañés de pura raza, y el mejor tipo de Pereda, el arbitrante Patricio Rigüelta, Maquiavelo de Campanario, como dijo aguda y felizmente un crítico.

Deseando Tacca tener a la vista un buen retrato del Rey, se le mandó uno ecuestre de mano de Velázquez con sombrero puesto y menor que el natural: pidió el italiano otro donde poder estudiar mejor la real persona, y Velázquez lo hizo hacia 1633 de perfil, de busto y sin sombrero , enviándosele además un busto del Rey por Martínez Montañés, tal vez el que se ve indicado en la parte inferior derecha del retrato que a este escultor hizo Velázquez.

Á Velázquez, hastiado de la vida inactiva, aunque tuviese suficiente hacienda para vivir, se le ocurrió comprar una tienda de montañés que se traspasaba en el Campo del Sur. Comenzaron los disgustos. Aunque generoso siempre y delicado en los asuntos de dinero, no tardó en mostrar su carácter autoritario. Exigía una sumisión absoluta por parte de cuantos le rodeaban.

También ha sido apresado. ¡También! ¿Y Galiano? Galiano es un héroe y un sabio. repuso sombríamente el inglés ; pero ha muerto también. ¿Y qué es del Montañés? ¿Qué ha sido de Alcedo? Alcedo... también ha muerto».

El montañes de Cataluña, el valeroso habitante de Puigcerdá, no es el hombre feroz que se supone. Si se le deja en paz es excelente, laborioso y muy accesible; pero si se le ataca, es implacable en la guerra y no da tregua hasta que país queda libre de enemigos. El guerrillero catalan fué el mas tremendo enemigo de Napoleon, y será en todo tiempo una garantía para la independencia española.

En cambio, dados la importancia del personaje y el interés demostrado por el suegro, no es creíble que el yerno se limitase a pintar sólo una cabeza: lo natural era que, por respeto a la personalidad de uno y al cariño de otro, hiciese obra de mayor empeño, donde el autor del Polifemo y las Soledades, tan admirado en su tiempo, estuviera de cuerpo entero, o a lo menos en media figura; un retrato, por ejemplo, parecido al que más tarde hizo del escultor Martínez Montañés y por muchos años se ha supuesto de Alonso Cano.

No así el cernícalo de su sobrino, dechado de barbarie y grosería, ni menos el espolique Macabeo, admirable personaje, uno de los mejor hechos del libro, dentro del cual tiene él una novela propia y especial suya. ¡Cuántas veces ha presentado el señor Pereda al tipo del campesino montañés, y, sin embargo, no se ha repetido nunca!

Palabra del Dia

rigoleto

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