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Actualizado: 17 de julio de 2025
¡Mírala que guapa está! dice Martín tirando a Juan de la manga. En el mismo momento descubre ella a los dos hermanos y ¡al diablo los modales estudiados! se levanta en el carruaje, agita la sombrilla con una mano y el pañuelo con la otra, ríe con abandono, y con la punta de su sombrilla da en la espalda al cochero para que ande más de prisa.
Aunque nuestro joven no tuviese un temperamento irritable, antes al contrario había dado siempre pruebas de paciencia, los modales groseros, despreciativos, del presbítero estaban a punto de hacérsela perder. El porvenir de Llot se dignó al cabo decir es de un género particular.
Y la voz de ambas hermanas se fundió en un concierto de risitas de placer y orgullo; ambas volvían a ver el estanque helado, los árboles cubiertos de encajes de escarcha, la brumosa mañana, y la figura juvenil del rey, con su rostro pálido de frío, su cuerpo esbelto, sus modales sueltos y elegantes, y su sonrisa entre picaresca y cortés, al inclinarse para felicitar a la ágil patinadora.
Fausto, con sus guerreros, destroza el ejército de Menelao, y con sus modales refinados enamora a Elena en seguida, que, por otra parte, como es sabido, no era una roca de firme ni un mármol de fría. Después de este doble triunfo, Fausto y Elena se retiran a Arcadia, donde hacen vida bucólica. Allí tienen un hijo: Euforion.
De este modo las relaciones que se establecieron entre nosotras no podían ser puramente las de hermana a hermana; ella fue la protectora y yo la protegida, hasta que cambiamos nuestros papeles. Podía yo tener once años, cuando advertí por primera vez que Marta había cambiado singularmente de modales y de aspecto.
La hacienda, los negocios, la educación de la hija, todo dependía y todo era dirigido y gobernado por Doña Blanca. El aspecto de D. Valentín era insignificante y neutral. Ni alto ni bajo, ni pelinegro ni rubio, ni flaco ni gordo. Parecía, con todo, un señor, por decirlo así, muy correcto en sus modales, en su continente y en su habla.
Si hubiéramos estado solos, la hubiera estrechado contra mi corazón; pero nos rodeaban diez personas, y aunque las costumbres del salón autorizan ciertos modales familiares y una amistad íntima, debemos por eso mismo observar una circunspección y una reserva exterior irreprochables.
Este noble continente era realzado por una urbanidad en los modales, por una grave cortesanía de que ustedes no pueden formar idea por la estirada fatuidad de los señores del día, ni por la movible elegancia de nuestra dorada juventud. Tenía el cuerpo pequeño, delgado y como enfermizo.
Los mozos eran más reverentes con las mujeres, y algunas de éstas imitaban ya a doña Luz, no sin maña, en modales y compostura y hasta en el primor y atildamiento con que ella tenía los muebles y alhajas de su tocador, salita y alcoba. En el momento en que nos ponemos ahora con la imaginación, doña Luz era un sol que estaba en el zenit.
Hablaba con los conocidos, sonriendo a todo el mundo con su especial modestia, que le hacía más extraño que simpático en una sociedad donde los modales fríos y levemente desdeñosos son signo de elevación y grandeza. Vivía el joven entomólogo, desde hacía tiempo, en un delicioso aturdimiento, una especie de sueño de oro, como algunas veces suelen tenerlos las personas de condición más humilde.
Palabra del Dia
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