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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Por eso no le predico a ésta las ventajas de tal o cual camino para ir a donde nosotras vamos: lo mejor es dejar a cada cual que marche por donde más llano lo vea. Estamos conformes dijo Leticia con gran formalidad, probablemente forzada . Pero sea o no caso de risa lo del cuadro que pintabas, es lo cierto que tanto puedes recargarle de color, que llegue ésta a mirarle con miedo.
Lanzó una ligera exclamación, le miró un instante y volvió la cara, como si huyese de la interrogación de sus ojos. Había presentido la llegada de esto de un momento á otro, ¡pero la sorpresa de escucharlo en la realidad!... Hubo un largo silencio. ¿Qué contestas? preguntó al fin con timidez el famoso príncipe Lubimoff, adorado por tantas mujeres. Alicia volvió á mirarle.
¿Cómo probable? exclamó la vieja . Es seguro. ¿Usted no será de aquí? No, no soy español. Ah, vamos. Y la vieja, después de mirarle con curiosidad, siguió barriendo las escaleras. Creo que le ha tenido a usted lástima al saber que no es usted español dijo Martín. Sí, parece que sí contestó el extranjero . La verdad es que es triste que por ese estúpido hombre guapo se mate esta pobre gente.
Visita se acercó a la ventana para decirle al oído: Hijita, si quieres, puedes confesar ahora porque ahí tienes al padre espiritual... ya comerá contigo. Ana se estremeció y se separó de Mesía sin mirarle. Hola, hola dijo don Víctor que entraba dando el brazo a la robusta y colorada Edelmira-mujercita mía, ¿con que se está usted de palique con ese caballero?...
Ya Salvador tenía en las manos su cartera, y tomando algunos billetes que contenía, los puso sobre el regazo de la muchacha. Yo te daré le dijo con ardor todo lo que necesites..., todo lo que quieras..., todo lo que tengo.... Ella, al mirarle, todavía encendida y confusa, le contestó: Gracias...; ¡eres tan bueno!... ¿No sabes que lo mío todo es tuyo?
Chemed oyó a Mutileder, le miró y se maravilló; volvió a mirarle y se quedó más maravillada. Entonces dijo para sí: «Divinos cielos, ¿qué es lo que miro? ¿Será éste dios o será mortal? ¿Resplandecería más Adonis cuando Astoret se prendó de él?»
Tirso se marchó solo, contentísimo, pisando recio, llevando alta la cabeza, como si creyera que las gentes habían de señalarle con el dedo y mirarle con asombro. En su casa no dijo nada. Aquella noche, el nombre del Padre Tirso Resmilla era conocido en todos los centros clericales de Madrid.
Si el galán pasa de indiferente a amado. Pues bien; para este paso son las reglas y el arte. A quien te ame y sea correspondido de veras, mírale como quieras. El amor mismo te enseñará el modo de mirarle; pero, hija mía, no se trata de eso; se trata de aquel a quien no amas aún y que aún no te ama. A ése le miraré como a prójimo. Ahí está tu error, Inesita.
Estimado por su coronel y por sus oficiales, había ya ascendido dos veces seguidas con una rapidez insólita en el servicio, pero sin que despertase la menor envidia en sus camaradas, que hacían sincera justicia a sus condiciones. En fin, la mayor parte de sus superiores se habían acostumbrado por anticipado a mirarle como a un igual.
Del hombro al tobillo percibió el capitán los suaves relieves de una carne tibia y firme, que se hacía sentir á través de las ropas y parecía tirar de él con nerviosos estremecimientos. Varias veces los ojos de ella se apartaron del cruento espectáculo para mirarle rápidamente de un modo extraño. Sus pupilas parecían agrandadas. Sus córneas tenían una acuosidad de malsano reflejo.
Palabra del Dia
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