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Actualizado: 16 de junio de 2025


El profesor dijo las últimas palabras mostrando una timidez de muchacha, lo que dió á su respetable persona cierto aspecto grotesco. Pero tuvo que abandonar pronto esta actitud para ocuparse de un asunto más importante que motivaba su visita matinal. Si lo había olvidado al principio, era á causa de la emoción que sentía siempre al hablar á solas con el gigante.

El dependiente se creía bien retribuido, considerábase feliz pensando que hacía seis años nada más, ganaba mil quinientas. Todos los días, antes de dar su paseo matinal y emprender sus visitas de negocios, daba el duque una vuelta por el despacho de Llera, se enteraba de los asuntos y conversaba con él un rato largo o corto según las circunstancias.

Cumplido este deber de humanidad, volvimos de nuevo al coche con la satisfacción que se experimenta siempre que se lleva a cabo una acción buena, y principiamos a departir alegremente, escuchando yo con más atención que antes los pormenores biográficos en que se anegaba el propietario de Simancas. La luz matinal, esplendorosa ya, y la perspectiva de llegar pronto nos animaban.

Poco después que cantara el gallo por vez primera, se personó el cura de Riofrío en el cuarto de su sobrino, voceando ya como si fuesen las doce del día. Abrió la ventana con estrépito, y los rayos fríos, pero hermosos, del sol matinal dieron en el rostro de nuestro joven, que los acogió con una mueca nada estética. Vamos, gran dormilón, arriba: ¡arriba, hombre, arriba!

Pero transcurría el tiempo; la mujer despreciada adquiere mayor valorización a cada vuelta de sol; y el deseo, al renacer en las entrañas, las araña como un demonio implacable, diciendo burlonamente a cada zarpazo: «Toma, hombre aislado; toma y aguanta, ya que eres el más fuerte...». Despertó Ojeda al día siguiente con los sonidos de la música, que daba su concierto matinal.

Paseaban los dos hombres por el claustro, siguiendo el lado que a aquella hora matinal caldeaba el sol. El clérigo se había guardado los talonarios. Sus ojos se fijaban en Gabriel, que creía del caso sonreír de un modo enigmático que don Antolín tomaba por una afirmación. Esto le animó a continuar en sus confidencias. ¡Ay, Gabriel! No creas que cumplo sin trabajo mis pesados deberes.

También él permanecía invisible, y lo mismo Nélida con su escolta de adoradores. El doctor Zurita pasó junto a Ojeda aspirando el humo de su tercer cigarro matinal. Poca gente dijo . Anoche, según parece, hubo farra larga. Debe haber abajo un tendal de muertos y heridos... ¡Qué muchachada tan viva! ¡Cosas de la edad!...

Gallardo salió al patio, fresco, luminoso. Los pájaros canturreaban en el silencio matinal, saltando en sus jaulas doradas. Un chorro de sol descendía hasta las losas de mármol. Era un triángulo de oro que envolvía en su base la orla de hojas verdes de la fuente y el agua del tazón, burbujeante a impulsos de las redondas boquitas de unos peces rojos.

El bosque se estremeció de dicha al escuchar aquel grito aflautado, aquel canto tierno y melodioso que recogía la frescura, las armonías, los misteriosos hechizos del bosque, para dirigirlos al Hacedor como un himno matinal de gracias. Andrés también sufrió una sacudida. La emoción, que le había ido embargando poco a poco, se desbordó en lágrimas por sus ojos.

Chirriaron varias puertas, marcando al abrirse grandes cuadros de luz rojiza en el barro de la carretera. Una churrería exhaló el punzante hedor del aceite frito. En las tabernas, los mozos, soñolientos, alineaban en una mesa, junto a la entrada, la batería del envenenamiento matinal: frascos cuadrados de aguardiente con hierbas y cachos de limón.

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