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Actualizado: 5 de junio de 2025
Suele, en verdad, venir a las casas, en los días de matanza, o en los que preceden a la Noche-buena, cuando se hacen mil golosinas, o durante la vendimia, para hacer el arrope y las gachas de mosto, o poco antes de Semana Santa, para solemnizarla con hojuelas, pestiños, gajorros y piñonate, alguna mujer perita, de tres o cuatro que hay siempre en cada lugar, la cual se pone al frente de todo; pero rarísima vez la señora abdica en esta mujer por completo y se sustrae a toda responsabilidad.
Esta villa lleva el nombre del Capitan Lujan, que vino con D. Pedro de Mendoza á la fundacion de la capital de Buenos Aires; y habiéndose hallado en la reñida funcion de la Matanza, distraido en la persecucion de los indios, se extravió, y no sabiendo volver, se halló muerto de hambre y herido al lado de su caballo, junto al arroyo que por eso llaman Lujan, y pasa junto á la villa.
No cabía duda que el señorito se disponía a acogotar a su esposa y al capellán; también acababan de matar a su abuelo en el monte; aquel día, según indicios, debía ser el de la general matanza. ¿Quién sabe si, luego que acabase con su mujer y con don Julián, se le ocurriría al señorito quitar la vida a la nené?
Divès se había separado del convoy y avanzaba, cabalgando sobre un hermoso caballo. ¿Eres tú, Juan Claudio? Sí, Marcos, yo soy. Allí tengo preparados varios miles de cartuchos. Hexe-Baizel trabaja noche y día. ¡Bien! ¡Bien! Sí, amigo mío. Y Catalina Lefèvre, por su parte, trae víveres; ayer ha hecho matanza... Está bien, Marcos; tendremos necesidad de todo eso. La batalla se acerca.
En sus diferentes oficios, Juana la Larga ganaba por término medio, y según los cálculos más juiciosos, sobre ocho reales al día, o dígase cerca de tres mil cada año. Y esto sin contar las adehalas, propinas, regalos y obsequios que recibía a menudo. Bien es verdad que todo y más se lo merecía ella. Nadie era más a propósito para dirigir una matanza de cerdos.
Recorriendo va á galope Las legiones desbandadas Gritando: «Tenéis espadas; «Venid, morid con honor.» Sereno á su lado marcha Crammer, valiente soldado, Hijo de un pueblo esforzado, Y de grande corazon. Los cobardes no se ponen Al alcance de la lanza, Porque siembra la matanza Como el rayo destructor.
Traed un martillo. Alguien fué por el martillo. ¡Eh, vosotros! volvió a gritar Tristán ; os advierto que estamos armados, que somos dueños de la Santa Bárbara, y que hay tres toneles de pólvora. No os atacamos porque no queremos hacer una matanza inútil; pero tened en cuenta que podemos hacer saltar el barco. La amenaza hizo su efecto.
Y Pepet sonreía con feroz deleite, como un pequeño salvaje que ve próxima una matanza. Admiraba a Margalida, reconociendo en ella una autoridad mayor que la del padre, por lo mismo que no estaba basada en el miedo a los golpes. Ella lo dirigía todo en la casa. La madre marchaba tras sus pasos como una doméstica, no osando hacer nada sin consultarla.
Así es que los labradores ricos y otras personas desahogadas y de buen gusto se disputaban a Juana la Larga para que fuese a la casa de ellos a hacer la matanza.
Nos dijo cuanto hay que saber de chismes del pueblo, y nos habló de todas sus habilidades, y nos explicó el modo de hacer salchichas, morcillas de sesos, hojaldres y otros mil guisos y regalos. Nadie la vence en negocios de cocina y de matanza de cerdos, según ella, sino Antoñona, la nodriza de Pepita Jiménez, y hoy su ama de llaves y directora de su casa.
Palabra del Dia
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