Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de julio de 2025


Era fuerte, valiente, tímida, tostada por el sol y por el aire del mar, con las cejas un poco juntas. Aquel día estaba vestida de fiesta: llevaba una blusa clara, una falda azul, medias rojas y alpargatas blancas. Cualquier cosa la confundía y la turbaba. Me pareció ser una excelente amiga para Mary y que la tenía mucho afecto. Mary me dijo que ellas iban al faro.

Por la noche velamos el cadáver Urbistondo, el criado y yo, y por la mañana lo enterramos en el pequeño cementerio de la aldea. Al día siguiente Mary fué a instalarse al faro, y Allen, el criado viejo, marchó a vivir a la venta de Izarte. Unos días después, Allen se presentó en mi casa con una pretensión extraña. Traía un devocionario en la mano.

¿Dónde estás, Egan-suguia? dijo Mary . Ven, que queremos hablarte y darte las gracias porque nos prestas tu casa. ¡No aparece! Estará haciendo algún recado repliqué yo . Quizá se haya perdido por el monte o ande buscando un paraguas por las calles de Lúzaro. ¡Pobrecita! ¡En una cueva así debe tener mucho frío! Yo no creo que esa Egan-suguia sea tan mala como dicen.

Allen pasó poco tiempo preso. Cuando salió fue a ver a Ana. El capitán Sandow estaba cada vez más brutal y más despótico con su hija. Allen se concertó con ella, y un día, con gran asombro por mi parte, les vi a los dos venir hacia mi casa. Ana y yo nos casamos y tuvimos una niña, Mary.

De Constanza pasaron a Suiza, y después a Italia. Un año anduvieron juntos, contemplando paisajes, viendo museos, visitando ruinas, cuyas sinuosidades y escondrijos aprovechaba Jaime para besar la nacarada piel de Mary, gozándose en sus auroras de rubor y en el gesto de enfado con que protestaba: «¡Shocking!...» La acompañanta, insensible como una maleta a las novedades del viaje, seguía la confección de un gabán de punto de Irlanda empezado en Alemania, seguido a través de los Alpes, a lo largo de los Apeninos y a la vista del Vesubio y del Etna.

A este último le detuve y le dije: Han estado ustedes admirables. ¡Qué bien han hecho la maniobra! , el barco es bueno dijo el criado. Y los tripulantes. El hombre me dió las gracias y desapareció tras de su amo. Ni mi madre ni Mary se habían enterado de lo sucedido.

Si quieren ustedes, las acompañaré. Bueno. Pasamos los tres por el arenal y salimos a la punta del Faro. Me chocó que Mary hablase el vascuence tan bien. Parecía una aldeana que no hubiese salido del pueblo. Nos acercamos a la casa del torrero; de pronto Quenoveva comenzó a gritar como un hombre, y corrió a la barandilla del faro, donde había visto a uno de sus hermanos inclinado hacia afuera.

Dimos vuelta a la esquina de la casa, y, por una escalera que había a un lado, subimos al piso principal. El capitán se hallaba en un sillón, envuelto en un capote azul, viejo y raído, con los ojos cerrados. Al oír mis pasos se incorporó y murmuró con voz apagada: Mary, trae una silla. Cogí yo la silla y me senté. ¿Qué podía querer aquel hombre de ? ¿Qué relación podía haber entre nosotros dos?

Unos días después de esta conversación encontré a Mary en su casa, con la hija del torrero, la muchacha amiga suya, con la que iba a pescar detrás del Izarra. Esta muchacha se llamaba Genoveva; pero todo el mundo la decía Quenoveva, y ella estaba convencida de que así se pronunciaba su nombre. Quenoveva me fué muy simpática.

Mary abrió la puerta y trajo en brazos a un chiquitín, que al verse preso y en presencia mía empezó a llorar y patear, con tal rabia, que tuvo que dejarlo. El torrero tarda le dije yo a Mary. Como está cojo.... ¡Ah! ¿Es cojo? . Esperamos en el despacho. En la pared había un mapamundi, el plano del faro, en papel azul, clavado con tachuelas; un cronómetro y un barómetro.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando