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Actualizado: 25 de junio de 2025
Diciendo esto, levantó uno de los cojines del coche; metió debajo su manta enrollada para que formase cabecera, alzó el brazo de sillón que dividía los dos cojines, y añadió: ¡Una cama pintiparada!
¿Y te parece poco? Pues ven acá, mal pecao, y dime: sin ese cuarterón de aceite, y esos dos cuartos de hilo, y ese grano comprado a lance, y el empeño de la manta, y el servir a todo el que se presenta, si se puede y vale la pena, ¿qué sería de nuestros intereses? Acuérdate que cuando nos establecimos, apenas había en casa cuatro mil reales mal contados. ¿Te dejarías hoy ahorcar por treinta mil?
Los barrotes estaban sujetos por un marco de madera, y el marco en un extremo se hallaba apolillado. Martín supuso que no sería difícil romper la madera y quitar el barrote de un lado. Cortó una tira de la manta y pasándola por el barrote de en medio y atándole después por los extremos formó una abrazadera y metió dos patas del banco en este anillo y las otras dos las sujetó en el suelo.
Después tomó una manta de viaje del ropero, se envolvió con ella, apagó la lámpara, hizo repetidas veces la señal de la cruz sobre la frente, sobre la boca y sobre el pecho, y se acostó en el suelo. El blanco lecho cubierto de seda y batista, tierno y perfumado y henchido de sensuales caricias, la estuvo reclamando en vano toda la noche.
El adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte á otra, que hacían lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra, algún romance antiguo.» Esta cita no puede pasar sin hacer ciertas observaciones necesarias.
Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes; tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen.
Se abrió la puerta y apareció en ella una mujer cubierta con una manta negra que la tapaba enteramente y no dejaba ver más que su cara amarilla y arrugada, casi oculta por mechones de pelo blanco. Llevaba una lámpara de hierro en una mano y con la otra trataba de resguardar la llama, que el viento agitaba.
Bebiendo de la chicha y del brevage, Que habia para ello el aparejo, Celebrado con grita y con corage De todos fué el acuerdo y el consejo. En medio de la junta, de buen trage Un indio se levanta, cano, viejo, Con manta que parece fina grana, Y en el brazo de plata una chipana. Aqueste con muy grande reverencia Al gran Cacique dijo, convenia Despachase con mucha diligencia A Condurillo.
Van completamente desnudos y se cubren con un taparrabos de cortezas de árbol; los que tienen trato más frecuente lo usan de tela, y llevan además un pedazo de coquillo de colores ó de manta echado sobre los hombros y se suelen poner un pañuelo en la cabeza.
Vamos exclamó la labradora encaramándose a una silla ; que duermas bien, hija mía; yo no puedo más y voy a caer rendida. Catalina se tapó con la manta, y cinco minutos después dormía profundamente. Luisa no tardó en seguir su ejemplo. De este modo habían transcurrido dos horas, cuando la anciana despertó sobresaltada por un tumulto espantoso.
Palabra del Dia
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