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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Este hombre hallábase sentado o más bien sumergido en un sillón, con las piernas ocultas bajo gruesa manta que le llegaba a la cintura, la cabeza inclinada sobre el pecho y tan inmóvil que parecía dormido o muerto.

¡En nombre del Cielo, querida! ¿Qué tienes? gritó. No me hallaba en estado de proferir una palabra. Pero ella, con un movimiento maternal, tomó una gruesa manta de lana, me envolvió en ella y me colocó en su regazo, aunque yo ya era más grande que ella. Vamos, confiésate, tesoro mío. ¿Qué ocurre? me preguntó acariciándome las mejillas.

A su lado se sentó Blanca; yo le eché la cariñosa manta de nutrias sobre los pies y a un signo del cochero, las dos yeguas del tronco partieron a escape. Trepamos a nuestro cupé. Don Benito estaba radiante de alegría, pero se esforzaba por aparentar una profunda severidad. ¿Y qué tal? le dije con sorna. ¡Pscht, mucho calor! Era en julio y hacía un frío de todos los diablos.

Doña Lupe, al irse a la cocina, iba pensando que aquellos síntomas podrían anunciar tal vez la probable reproducción del tipo de Rubín en la especie humana; pero bien sabía la otra que no era nada de esto, y sin más explicaciones echose, bien envuelta en una manta, en el sofá de su cuarto.

Este levantó algún tanto más el adorno de las comedias, y mudó el costal de vestidos en cofres y en baúles: sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al teatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representaba sin barba postiza; y hizo que todos representasen á cureña rasa, si no era los que habían de representar los viejos ú otras figuras que pidiesen mudanza de rostro; inventó tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas

-Dígame, señor bachiller -dijo a esta sazón Sancho-: ¿entra ahí la aventura de los yangüeses, cuando a nuestro buen Rocinante se le antojó pedir cotufas en el golfo? -No se le quedó nada -respondió Sansón- al sabio en el tintero: todo lo dice y todo lo apunta, hasta lo de las cabriolas que el buen Sancho hizo en la manta.

No usan otro vestido que una especie de faja de lienzo ó de corteza de árbol, según pueden, que se llama bajaque, y ellos la denominan baac, y una manta por lo regular de las que se fabrican en Ilocos, y se conocen con el nombre de bandalas, ó bien un pedazo de tela cualquiera que colocan sobre los hombros plegada ó suelta.

...Otra vez me veo entre cristal y cristal, liado en mi capa, el sombrero gacho, sobre las rodillas la manta, la inevitable maleta de cartón al lado. El coche resbala sobre el asfalto; pasamos entre el vaivén mundano, al anochecer, de la Carrera de San Jerónimo. A lo largo del paseo de las Delicias brillan, en la foscura, acá y allá, vacilantes, trémulas, entre el ramaje seco, las luces del gas.

Ved, por ejemplo, al obrero español, el tipo que mas resiste á la invasion de las costumbres extranjeras: rebelde á la blusa, la cachucha y la actividad del obrero frances, el español conserva su sombrero redondo, su chaqueta y su manta para tener el derecho de conservar su inmobilidad é indolencia. Llega la tarde: son las cinco y estamos en primavera.

Un hombre sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la borda, avanzaba su rostro pálido entre los pliegues de una manta. ¿Eres , enfermo? dijo Maltrana . ¿Cómo va ese ánimo?

Palabra del Dia

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