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Actualizado: 4 de junio de 2025
Cuando quería marcharse, besos prietos y tercos, en que la húmeda tersura de los labios palpitaba con deliciosa laxitud, queriendo sorberle el alma. Nada de grosería ni lujuria. Estos besos eran el maravilloso límite que separa lo físico de lo inmaterial. Las bocas se unían como si tuvieran vida propia, e independiente del resto del cuerpo.
Las sensaciones intensas que nos habían dominado por algunas horas, el profundo asombro que aún estremecía el alma por instantes, nos dieron una laxitud tal, que al llegar a la hacienda de Tequendama, nos desmontamos, y encontrando en un corredor algunas pieles, nos tendimos sobre ellas, quedándonos casi instantáneamente dormidos.
El hueco del balcón donde destaca la gallarda figura esfumada en el incierto resplandor del amanecer; las gentiles formas ceñidas por un abrigo de viaje; el rostro pálido y ojeroso; aquellos labios huérfanos del beso; aquel pecho sin corsé, cuya blandura descansaba, no en las avariciosas manos del amante, sino en la fría barandilla de hierro..., el ánimo combatido por la desesperación, el cuerpo invadido de laxitud... y el sol oculto entre un cendal de nubes, como pesaroso de alumbrar tanta tristeza.
Y la pobre Feli, haciéndose la temible, se apretaba contra Isidro, le estrechaba en sus brazos, frotaba su cara en uno de sus hombros, le acariciaba el cuello con el raso de sus labios. Sentíanse invadidos los dos por una dulce laxitud, por un deseo de descansar en algo más sólido que las frágiles sillas... ¡A dormir! Pero no durmieron: no tenían sueño.
Esta es abundante y de consistencia, con color muy vario, pero generalmente es serosa y acre; las reglas son escasas ó suprimidas, y aun cuando persistan con abundancia, hay laxitud y padecimientos que dan á este flujo un carácter pasivo.
No le seducían sus ojos por expresivos, ni su boca por fresca, ni su talle por esbelto, sino toda ella por cierta atmósfera de melancolía que, circundándola como un ropaje ideal, daba a sus ojos apacible tristeza, y a su boca sonrisa resignada, y a su cuerpo entero una dejadez y laxitud en mayor grado poderosas y excitantes que la más espléndida hermosura o la más astuta coquetería.
Cuando pretendía agradar, cuando ponía empeño en seducir, aquellos ojos claros, parados, se animaban súbitamente, trocándose de inocentes en maliciosos, y aquellos labios blanquecinos que ligeramente se mordiscaba con un movimiento imperceptible, tomaban color de cereza soleada: entonces sonreía de un modo delicioso; la falsa indiferencia, el abandono fingido, se convertían en laxitud estudiada que parecía pedir mimos o prometer caricias, y la mujercita insignificante, el ser débil, quedaban transformados en sirena de ocultos y peligrosos encantos.
¡No te amarán!!, se repetía Lázaro continuamente, y cada vez le parecía más injusto. Su inocencia protestaba con la impetuosidad de la ira o con la amarga laxitud del desaliento, pero siempre tenía que confesarse vencida. Su conciencia era un siervo puesto en la alternativa de alzarse en armas o aceptar humilde y bajamente la esclavitud; no había más que dos caminos; abjurar, o resignarse.
El sueño no parece reparador; se podria decir, que sustraido de la influencia del moral, el organismo cae en el abatimiento; así es que se nota grande decaimiento al despertar, sintiéndose despues como molido; por la mañana, hay laxitud y debilidad, sensacion de quebrantamiento, flojedad estando adormecido; al principio del sueño en la primera parte de la noche, dificultad de dormirse, vértigos, estremecimientos convulsivos: estos movimientos convulsivos se presentan durante la siesta, ó desde que se ha dormido, simulando algunas veces á una conmocion eléctrica en los miembros.
La enfermedad mas frecuente es la que llaman los portugueses del bicho: y de la cual mueren muchos, porque no saben curarla. La enfermedad consiste en una extremada laxitud del orificio con disenteria, y algo de calentura.
Palabra del Dia
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