Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de mayo de 2025
Ya no pasaba nadie por la Plaza Nueva; ni lacayos, ni curas, ni chiquillos, ni mujeres de pueblo; todos debían de estar ya en el cementerio o en el Espolón....
Cenaron luego con mucha jovialidad, y todos estaban atónitos de que Candido no sintiese mas lo que perdia. Los lacayos en su idioma lacayuno se decían unos á otros: Preciso es que sea un mylord inglés.
Entraron en una magnífica antecámara estrellada de luces y llena de lacayos. El lujo de aquella antecámara en la casa de un ministro, era escandaloso: alfombras, cuadros de Tiziano, de Rafael, de Pantoja, del Giotto; tapicerías flamencas; lámparas admirables; puertas de las maderas más preciosas, incrustadas de metales; estatuas antiguas; un tesoro, en fin, invertido en objetos artísticos.
Si no recuerdo mal, en La venganza de Tamar, de Tirso, hay damas tapadas, lacayos, mercaderes, genoveses, calle Mayor y todo lo que había en Madrid en tiempo de Felipe III ó de Felipe IV. ¿Cómo, pues, poner en escena La venganza de Tamar con los trajes que se usaban en vida del Rey Profeta?
Pues deseamos ver ese chal y saber su precio. Uno de los lacayos tiró inmediatamente de una campanilla, y nos rogó que pasáramos á otro piso. Subimos dos rellanos de una escalera elegantemente alfombrada, y ya vimos en el piso principal á un caballero que nos esperaba.
La Amparo, a quien lisonjeaba este amor frenético conocido de todo Madrid, lo desdeñaba en público y lo alimentaba en secreto. Por donde flaqueaban más los saraos de aquélla era por el lado femenino, si bien no faltaban tampoco algunas señoras de la clase media que, a trueque de pisar regios salones y verse servidas por lacayos de calzón corto, consentían en alternar con la querida de Salabert.
Un poco más tarde encontrará usted a los horteras abriendo las tiendas, alguna vieja que va a oir misa, lacayos que salen a pasear los caballos, etc. Luego empiezan a salir los empleaditos de las casas de comercio y los escribientes de las oficinas del Estado que llevan todo el peso de ellas, las modistillas, etc., etc.
La calle estaba gris y solitaria; pero un instante después, viniendo del lado de Mediodía, aparecieron dos lacayos, con la librea amarilla y azul de los Blázquez, en seguida un alto escudero con traje de grana y botas de camino, y, por último, en silla de manos, Beatriz. Doña Alvarez, la dueña, caminaba detrás, golpeando las losas con el báculo.
Si algo pudo mitigar el dolor de Fernando, fue el testimonio de respeto que en aquella ocasión se apresuró a darle la espuma de la sociedad madrileña: más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobre Mercedes; S. M. mandó el coche de respeto con los lacayos enlutados; después se recogieron a la puerta más de seiscientas tarjetas de pésame, y a los funerales que por el eterno descanso de su alma se celebraron en San Isidro, acudió un sinnúmero de personas de calidad, y en representación de S. M., el mayordomo de Palacio.
Cuando hubieron subido, el cocinero hizo cargar de nuevo á los lacayos con el cofre y salió. Al llegar á la puerta, el hostelero le dijo con la gorra en la mano: ¿Y el gasto, señor? ¡Cómo! ¿No han pagado? dijo el cocinero deteniéndose con sobresalto. Esos caballeros se han marchado sin pedirme la cuenta, y como arriba quedábais vos... ¿Y cuánto es la cuenta? dijo todo turbado el señor Francisco.
Palabra del Dia
Otros Mirando