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Actualizado: 24 de noviembre de 2025


Yo me he visto a misma como si fuese ayer; jugando, niña inocente, entre las alamedas de Saint-Cloud; luego, más tarde ya, joven canonesa, rogando y cantando en el templo del cabildo de Salles, triste y pesarosa, cuando no emitía la voz como mis compañeras.

Pues, Tomás comenzó aquél echándose hacia atrás en la silla y jugando con la cadena del reloj, gorda como una maroma, voy a decirte una cosa con toda reserva... Siempre he tenido confianza en ti, y ya sabes que te he dado bastantes pruebas de aprecio... Las circunstancias hacen que uno... vamos... uno no haga las cosas cuando quiere hacerlas, sino cuando puede... ya lo sabes... Sabes también que te aprecio, ¿no es verdad?

Aquella noche, en el Club Inglés, jugando a la baraja con otras personas importantes, su excelencia dijo entre dos bazas: Tengo en mi departamento un empleado a quien le gustan las negras. Pásmense ustedes. ¡Un simple escribiente!

»Hago escrebir este papel por la dueña, pues me he lisiado ayer un dedo, jugando en el huerto con los amigosDoña Guiomar había puesto en movimiento a la numerosa servidumbre.

En el último peldaño de la escalera encontraron otro obstáculo: dos muchachuelas y tres nenes, uno de estos en mantillas, interceptaban el paso. Estaban jugando con arena fina de fregar. El mamón estaba fajado y en el suelo, con las patas y las manos al aire, berreando, sin que nadie le hiciera caso.

Un día estaba jugando con un látigo cerca de uno de los carros que estaban en el patio, adonde habían ido a cargar harina. Uno de los caballos se asustó de pronto, y el carretero, un borracho brutal, arrancó el látigo de las manos del niño y con él le cruzó a éste la cabeza y el cuello.

Yo recuerdo que tu madre me agasajaba mucho cuando yo, jugando contigo y con otros chicuelos, me metía en el patio de tu casa. Me abrazaba, me besaba y me ponía sobre sus rodillas; pero yo me desasía de sus brazos para correr y subirme a un montón de vigas.... ¿No había un montón de vigas en el patio? , . ¿Y no tenía tu madre muchas gallinas? .

Unas encogidas, otras en marcha y aquéllas... ¿recuerdas, Emilio, la ráfaga criolla que nos envolvió?... ¡jugando a la taba! ; encorvada, una deliciosa estatuíta sigue con avidez los giros del pequeño hueso, mientras su partner espera paciente el turno.

En esto, el ruido de voces, que sonaba en la salita próxima aumentó considerablemente, y a los oídos de Ballester llegaban estas palabras: envido a la chica, órdago a los pares. «Es mi tío José dijo Fortunata , que está jugando al mus con su amigo.

Me expuso en pocos instantes una infinidad de proyectos a cual más absurdo: según ella, debía presentarme al día siguiente en casa, y pedirle al papá su mano: el papá diría que era muy niña, pero yo debía replicarle inmediatamente que no importaba nada: el papá insistiría en que era demasiado pronto, pero yo le presentaría el ejemplo de una tía, hermana de su mamá, que estaba jugando a las muñecas cuando la avisaron para ir a casarse. ¿Qué había de oponer a este poderoso argumento?

Palabra del Dia

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