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Actualizado: 24 de noviembre de 2025
Se veía muchacho pelón jugando con los chicos de la vecindad los días en que su tío lo convidaba a comer en aquel portal inmenso, obscuro, rezumando humedad por entre su empedrado de guijarros.
Desde las once de la mañana está lleno de gente que charla, que lee por cima algún periódico para saber las noticias, y que juega al tresillo. Personas hay que se pasan diez o doce horas al día jugando a dicho juego. En fin, hay aquí una holganza tan encantadora que más no puede ser. Las diversiones son muchas, a fin de entretener dicha holganza.
En una tarde de abril, terminadas las vísperas, salieron los novicios del coro, donde habían estado entonando salmos, y fueron, según costumbre, a pasar dos horas de recreo jugando en un gran patio. Había un novicio de origen obscuro, lo cual se contraponía a la alta nobleza de que se jactaba con razón la mayoría de los otros. Este novicio era español.
Se fastidiaba jugando, estudiando, paseando, trabajando, si salía a la calle, si se quedaba sin salir: no se sabía qué hacer para curarla de su aburrimiento. Debía sufrir de alguna enfermedad la pobrecilla. Probablemente papá me cree a mí también enferma...»
La duquesa, que aún no se daba por convencida, quiso replicar algo; pero el marqués, desasosegado y nervioso, impuso silencio, extendiendo una mano que parecía tener, como las de Jacob, mitones de cabrito... ¡Basta, basta, señores! dijo . ¡Están ustedes jugando con fuego!...
Porque la calle de Serrano, con ser la más grande y hermosa de Madrid, tiene un carácter marcadamente provincial: poco tráfago; tiendas sin lujo y destinadas en su mayoría a la venta de los artículos de primera necesidad; los niños jugando delante de las casas; las porteras sentadas formando corrillos, departiendo en voz alta con los mancebos de las carnicerías, pescaderías y ultramarinos.
Más vale tomarlo a risa para no pelearme con todos, porque me están tomando por juguete. El general se ha ido del teléfono a hacer el cuarto en la mesa de tresillo. Dice que su hermana la condesa viuda, mamá de Narcisito, estaba jugando por él, y como es una chambona, le lleva perdida casi toda la paga del mes corriente. ¿Y quién me comunica todo esto?
A pesar de este calor y de la peste que daban los dos reverberos de petróleo colgados sobre la mesa, recientemente encendidos, aunque a media luz todavía por recomendación del conserje, muy encarecida al muchacho que apuntaba; a pesar de esto, y de llevar más de dos horas jugando, ni el Ayudante ni Leto mostraban señales de cansancio.
En la plaza, frente al cafetín donde Mistral pasa las veladas jugando su partida con su amigo Zidore, habían encendido una hermosa hoguera... Organizábase la farándula.
¿Pero será cierto que se gustan? preguntó la joven artesana, oyendo a su compañera expresarse tan claramente. ¡Chica, yo no sé! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de su casa, y que muchos días desde la ventana de mi cuarto los veo correr uno tras de otro por el jardín de Montesinos jugando al escondite... Tanto, que se lo he dicho. ¡Se lo has dicho! exclamó la otra, estupefacta.
Palabra del Dia
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