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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Sirvieron el café mientras que varios socios salían ya del comedor y la intimidad del lugar se hacía mus grande. Frecourt aventuró un codo sobre la mesa y prosiguió: Si Juana hubiera sabido vivir, hubiera llegado á hacer fortuna. Tuvo un hotel en la calle de la Faisanderie y un tren suntuoso. De entonces datan sus relaciones con Woreseff y también su pasión por Sabina Leduc. ¡Anda con Dios!
En esto, el ruido de voces, que sonaba en la salita próxima aumentó considerablemente, y a los oídos de Ballester llegaban estas palabras: envido a la chica, órdago a los pares. «Es mi tío José dijo Fortunata , que está jugando al mus con su amigo.
Basta de matemáticas, digo yo ahora, pues me urge apuntar que Torquemada vivía en la misma casa de la calle de Tudescos donde le conocimos cuando fué á verle la de Bringas para pedirle no recuerdo que favor, allá por el 68; y tengo prisa por presentar á cierto sujeto que conozco hace tiempo, y que hasta ahora nunca menté para nada: un D. José Bailón, que iba todas las noches á la casa de nuestro D. Francisco á jugar con él la partida de damas ó de mus, y cuya intervención en mi cuento es necesaria ya para que se desarrolle con lógica.
En lo tocante a juegos, no conoció nunca más que el mus, y sus bolsillos no supieron lo que era un cuarto hasta mucho después del tiempo en que empezó a afeitarse. Todo fue rigor, trabajo, sordidez. Pero lo más particular era que creyendo D. Baldomero que tal sistema había sido eficacísimo para formarle a él, lo tenía por deplorable tratándose de su hijo.
Al principio jugaba de capirotazos y vueltas á riquicho con sus contemporáneos, mientras guardaban el ganado; después jugó los pocos cuartos que tenía, y en cuanto ganó una peseta, se fué un domingo al corro, acusó las cuarenta al cura en una sección de tute, echó en otra de mus un órdago á la mayor al secretario del concejo, y se armó para toda la semana. Desde entonces ya no se aburría.
La que contaba estas tristezas llamábase Basilisa; tenía a su padre baldadito, de andar en el río cogiendo anguilas, con el agua hasta los corvejones; a su hermana Cesárea bizmada, de los golpes que le dio su querido, un silbante, un golfo, un rata, «a quien tiene usted toda la noche jugando al mus en cas del Comadreja, Mediodía Chica. ¿Conoce la señora ese establecimiento?
Si estaba jugando al tute o al mus, únicos juegos que sabía y en los que era maestro, primero se hundía el mundo que apartar él su atención de las cartas.
Junípero el de la panza gorda, que le sacó, por unos días, de aquella galbana perruna que le amagaba otra vez, y á la cual propendía notoriamente. Y como amaba por sistema los libros, á falta de otro mejor adquirió una baraja. Lo primero que aprendió con ella fué el tute arrastrado, y después el mus.
Si no quiere usted que le demos patente de cursilería, no vuelva a invitar a nadie a jugar al bridge ¡por favor! ni al mus, ni a la brisca, ni a la «escoba»... ¿Y a qué juegan ustedes? Al truco. Ese es hoy le mot d'ordre. ¡El truco! ¿Eduardo VII juega también al truco? ¿Eduardo VII? No sé. Pero el príncipe de Gales se muere por él.
Estás excomulgado. ¡Yo! ¿Excomulgado? dijo Ipintza lleno de terror, y retrocedió y enarboló su blanco garrote. Bueno, bueno gritó Luschía al estudiante . Basta de bromas. Praschcu echó unas cuantas brazadas de ramas secas. Chisporroteó el fuego alegremente; después, unos se pusieron a jugar al mus y Bautista lució su magnífica voz cantando varios zortzicos.
Palabra del Dia
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