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Actualizado: 2 de julio de 2025


Teresina entraba y salía sin pedir permiso, pero andaba por allí como el silencio en persona; no hacía el menor ruido. Llevó el servicio del café, volvió a buscar un jarro de estaño y el cubo del lavabo; entró de nuevo con ellos y una toalla limpia.

Perdón, ciudadano; me veo obligado a dejarle. Como usted quiera, mi sargento, y gracias. Si vuelve usted a ver a Gaspar, dígale que le lleva un abrazo de Juan Claudio Hullin y que esperamos noticias suyas en la aldea. Bien..., bien..., no dejaré de hacerlo. El sargento salió, y Hullin vació su jarro, muy pensativo. Señor Wittmann dijo al cabo de un momento , ¿y mi paquete?

»Sombrío y severo, pero dotado de una sólida y verdadera piedad, poseía un gran fondo de inteligencia: sólo él hablaba con interés y bondad a Carlos, a quien todos trataban como a un sirviente y cuyas funciones, no obstante, eran las de paje de una gran casa. En la mesa permanecía cerca de , me servía de beber, y una vez terminada la comida, me presentaba el aguamanil y el jarro de cristal.

Entrado ya el invierno, Ariadna volvió a Madrid, y no se pasaron quince días sin que la trompeta del escándalo pregonase sus amores con el secretario de la Embajada francesa. A Miguel no le maravilló nada este suceso. Un día Julita le dijo a boca de jarro: ¿Cuándo piensas casarte, Miguel?

Venid, arquero; ya podéis despediros de vuestro cobertor, y por lo menos de un par de huesos que voy á romperos contra el suelo. Eres todo un hombre, cabeza roja, exclamó el arquero con gran risa, poniendo á un lado su jarro y apretando el ancho cinto de cuero. Esperad, un momento, dijo un montero.

Si sois vos quien me ha robado mi dinero dijo juntando sus manos suplicantes, y alzando la voz hasta gritar , devolvédmelo y os... daré una guinea. ¡Yo... robado su dinero! replicó Jacobo, colérico ; os voy a tirar este jarro a las narices si decís que soy... yo, el que ha robado vuestro dinero.

Y la tía Zarandaja cerró, y fuese luego a su marmita con una escudilla de cobre, ancha y honda, que llenó de gazofia, yendo a ponerla, con un buen pan blanco, a lo que añadió un mediano jarro lleno de vino, delante del señor Viváis-mil-años.

Cada hoja tiene su jarro, lo cual hace una perspectiva, rara y extraordinaria. No es del todo cierto que estos jarritos se abran y cierren todos los días.

Los compañeros más abyectos eran buenos para él y más de una vez se le vio en los arrabales sentado ante un jarro de vino tinto, a la mesa de una taberna. Es muy difícil, en el siglo XIX, encanallarse con elegancia. Unicamente la corte de Luis XV intentó este esfuerzo con algún éxito.

Y el viejo que tenía en frente al cochero de la estancia levantaba en alto un jarro de lata tomado por los bordes con las puntas de los dedos vueltos hacia abajo. ¡Por la niña Clota!...

Palabra del Dia

godella

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