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Actualizado: 2 de octubre de 2025


Pues entonces, continuó el músico, me alegro de que vuestro tratamiento no sea muy conocido, porque para mi santiguada que la viruela y la peste son las mejores amigas del pobre en Inglaterra. ¿Cómo es eso, amigo? preguntó Tristán. Escanciad un poco de cerveza de vuestro jarro en este cubilete y os lo diré.

En un monte de la provincia de Córdoba, la Guardia civil había encontrado un cadáver descompuesto, con la cabeza desfigurada, casi deshecha por una descarga a boca de jarro. Imposible reconocerle, pero sus ropas, la carabina, todo hacía creer que era el Plumitas. Gallardo escuchaba silencioso. No había visto al bandido después de su cogida, pero guardaba de él un buen recuerdo.

Subió de tres en tres peldaños la escalera de su casa, y le abrió la puerta la tía Roma, disparándole á boca de jarro estas palabras: «Señor, el niño parece que está un poquito más tranquiloOirlo D. Francisco y soltar los cuadros y abrazar á la vieja, fué todo uno. La trapera lloraba, y el Peor le dió tres besos en la frente. Después fué derechito á la alcoba del enfermo y miró desde la puerta.

La labradora, apretando los labios con un mohín de orgullo y desdén para que las distancias quedasen bien marcadas, comenzó á ordeñar las ubres de la Ròcha dentro del jarro que le presentaba la moza.

De las miradas se pasa a las palabras con suma facilidad, y don Andrés, procurando hallar siempre sola a Juanita, se acercaba a ella al ir a entrar en la tertulia y le disparaba a boca de jarro, como si fuera su boca la ametralladora del dios Cupido, un diluvio de flores y una descarga cerrada de piropos ardientes.

Hago la negra dura cama y tomo el jarro y doy comigo en el río, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres, al parecer de las que en aquel lugar no hacen falta, antes muchas tienen por estilo de irse a las mañanicas del verano a refrescar y almorzar sin llevar qué por aquellas frescas riberas, con confianza que no ha de faltar quién se lo , según las tienen puestas en esta costumbre aquellos hidalgos del lugar.

Ya comenzaba á gozar un poco el de Madrid entre los episodios de la deshoja, y una prueba de ello es que permaneció observándolo todo, sentado sobre un arcón viejo, hasta que muy avanzada la noche se presentaron los criados de don Silvestre á la puerta de la bodega, llevando con mucho pulso, entre los dos, una caldera llena de castañas, é inmediatamente detrás el ama de llaves con el jarro del vino, un vaso para escanciarle y otro jarro más pequeño para repartir las castañas.

Lo que después pasó se pierde en una especie de densa niebla... Estaba medio muerta cuando Sorege, con un revólver que me habías regalado tiró á boca de jarro tres balazos en la cara de la víctima, ya inerte hacía algunas horas.

Se lo he enviado de los primeros. Phs... creo que ayer lo han traído a casa; pero aún no lo he abierto respondió Maza con afectada indiferencia. Vaya, don Rosendo, ¿gusta usted de comer conmigo?...-Pues hasta la vista. Don Rosendo quedó un instante clavado al suelo como si le echasen un jarro de agua fría.

Sobre la tosca mesa cercana se veían un jarro de vino y un cubilete de estaño, que el hidalgo llenaba y vaciaba de cuando en cuando; al entrar Roger se ocupaba en partir y comer nueces, de las que había un plato lleno sobre la mesa y cuyas cáscaras arrojaba entre las llamas del hogar.

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