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Pero aquí está la misiva que debo llevar al barón de Morel, limpios quedan los platos y seco el jarro; hora es ya de ponernos en camino. te vienes conmigo, Tristán, y cuanto al barbilindo ¿á dónde dijiste que ibas? Á Munster. ¡Ah, !

Pero sin saber por qué, permanecía allí, como si este espectáculo tan nuevo para él pudiese más que su voluntad. Los amigos del valentón le daban broma al ver que después de las guindillas daba tientos al jarro, sin cuidarse de si su enemigo le imitaba. «No debía beber tanto: iba á perder, y le faltaría dinero para pagar.

Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y sonriéndose decía: "¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud." Y otros donaires, que a mi gusto no lo eran.

Al cabo de un rato, Rosa la arrancó a viva fuerza de allí, y volvió a sujetarla al pesebre: después se puso a ordeñar, dándose muy buena traza. Cuando hubo mediado el jarro de madera, se lo ofreció a Andrés, pero éste negose a aceptarlo galantemente si antes ella no bebía. La leche caliente y espumosa dejó en los labios de Rosa un cerco blanco a modo de bigote.

A continuación de esta diana, una polca saltona con locas cabriolas de clarinete, y luego se retiraron los músicos. «Debe ser una alborada en honor de alguno de los alemanes vecinos míos. Cualquiera diría que era para .» Y Ojeda volvió a dormirse. Dos horas después, mientras se vestía, quiso saber el motivo de esta música, preguntando al camarero que entraba con un jarro de agua caliente.

Señora Braun, hágame el favor de traerme al jardín el ramo que verá usted en un jarro del Japón sobre una mesita del cuarto de Magdalena, porque hay que hacerlo enteramente igual a ése.

Así es que un día ambas se quedaron atónitas y pasmadas cuando, después de varios requiebros, entre burlas y veras, D. Gumersindo soltó con la mayor formalidad y a boca de jarro la siguiente categórica pregunta: Muchacha, ¿quieres casarte conmigo?

Que no beban, que no jueguen, que no malgasten el jornal, y esos efectos del mercurio no serán para ellos funestos.... Pero, claro está añadió volviéndose hacia los caballeros que se habían acercado : ¿cómo ha de resistir en la mina un cuerpo que en vez de alimento, sea el que sea, tiene dentro un jarro de aguardiente amílico?

Dirigiose entonces el Padre Ambrosio, hacia un ángulo de la estancia donde había un pequeño velador y sobre él una bandeja, un jarro y una ancha copa de plata. Llenó luego la copa del líquido que el jarro contenía, y llamando a Fray Miguel y dándosela para que bebiese le dijo: Con esto se fortalecerá tu cuerpo y se hará apto para las operaciones ulteriores.

Recuerdo esto porque en Tiui me encontré con un D. Pedro el Cruel y un D. Enrique de Trastamara, fraternizando alegremente frente á un jarro de vino de nipa.