Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de mayo de 2025


«Mañana dijo ella , irás conmigo a verle». A quién... ¿al chiquillo de Nicolasa?... ¡Yo! Aunque no sea más que por curiosidad... Considéralo como una compra que hemos hecho las dos maniáticas. Si compráramos un perrito, ¿no querrías verle? Bueno, pues iré. Falta que mamá me deje salir mañana... y bien podría, que este encierro me va cargando ya.

En el campo como en París, dejaba raras veces pasar una semana sin ir a ver a Beatriz, arrostrando denodadamente para llenar tan sagrado deber de amistad, las temibles iras de la señora de Montauron, quien temía, juzgando por varias apariencias, que la amable persona no viniese a ser un obstáculo para el deseado casamiento de su sobrino.

No te compongas que ya no irás a San Antonio a pasear, que está lloviendo y te mojarás el vestidito y no tienes más. La emprendieron con él a gritos, desaforadamente, con la fe y el ahinco con que lo cantaban todo. Una de ellas, a los pocos momentos, improvisó una copla alusiva a la situación: A San Antonio vente a pasear, verás al Duque que es muy galán.

Además, ¿qué amor era el suyo que retrocedía ante una resolución enérgica; siempre cobarde e indeciso cuando se trataba de conservar una mujer por la cual se habían muerto o arruinado hombres más ricos, más poderosos, ligados a la vida por atracciones que él jamás había gozado en su monótona existencia?... No te irás repetía con sorda firmeza.

Más bien me atreveré a darle vida, aunque sea vida efímera y trabajosa, publicándola en un periódico, y exponiéndome por amor paternal a las iras o al menosprecio de los sabios, que tal vez hacen en este momento la felicidad de la patria.

De su voz al suave encanto de sutiles inflexiones la piedad acariciaba los heridos corazones como un trémolo de liras, como un trémolo de auroras, y el fulgor ultraterrestre que irradió en clarividencias, fulguró como la estrella que orientaba las conciencias 65 a las márgenes lustrales de las iras redentoras.

Otra flor, otra flor de más belleza prenda acaso tu fineza con su amor: ¡Ay, mi Dios, qué cruel tristeza! Mientras yo, mientras yo, apartada y sola, canto y lloro con mi viola: "No irás, no, del pecho de tu española."

Seguid, seguid, me parece adivinaros; veamos si me he engañado. irás misteriosamente á ver á ese hombre. Debes ir. Yo te buscaré el lugar. ¡Ah! no, no dijo Dorotea.

En plata, lector: la costurera me infunde cierto respetillo, y no quiero echar sobre mi conciencia el compromiso de hacer su retrato. Por mi parte, estoy á cubierto de sus iras con decirle, en un lance apurado: Tu es auctor. Está apagando el sol el último de sus resplandores, y corre un gris de todos los demonios.

¡Oh!, ¡qué mundo, qué mundo aquel tan injusto y tan asqueroso! ¡Con cuánta razón se resistía a entrar en él Lilí, aquel ángel del Señor tan puro y tan bello!... Y a este recuerdo, con la rapidez con que se muda la decoración en una comedia de magia, sustituyó en su mente la imagen de la niña al Madrid injusto y asqueroso que provocaba sus iras, y quedaron frente a frente, embargando todo su entendimiento, la celestial figura de Lilí, derramando luz vivísima del cielo, y el montón de lodo repugnante y hediondo, la charca sucia y cenagosa que acababa de formar ella con tanta saña, haciendo examen general de toda su vida... Currita creyó ver una cloaca a la pura y rosada luz del alba, creyó ver el infierno a la luz del paraíso y se sintió confundida y se juzgó condenada; porque aquel montón de lodo era ella misma y aquel resplandor de Lilí era la luz de Dios, único criterio de moral, independiente de míseras condescendencias sociales, a que deben de ajustarse los actos humanos.

Palabra del Dia

ciencuenta

Otros Mirando