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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Delante de Dios en Cristo hablamos; mas todo, muy amados, por vuestra edificación. 20 Porque temo que cuando llegare, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; para que por ventura no haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, disensiones, detracciones, murmuraciones, rumores, bandos;
Sus padres han sido muy buenos con nosotros. ¿Verdad que irás? Tía: ¿para qué he de mentir? No. ¿Por qué, dime, por qué? ¿Han tenido ustedes algún disgusto? No, tía; pero no es decoroso que yo le busque, cuando él se muestra conmigo desdeñoso y frío.
«Les esperé para verles salir. Calle tal, número tantos. Me escondí en un portal. ¡Oh!, la suerte de ellos fue que no llevaba revólver...». ¡Matar!... ¿Lección a ella? ¿Y la tuya? ¿La mía, la mía? Ya la tengo, majadero. ¿Todavía quieres más lección? A esa traicionera sí que se la voy a dar, y gorda. Irás a presidio si matas. Pues iré contenta. ¿Y tu hijito?
María... ¿Te vas?... No..., iba a ver si llegaba el padre. ¿Pero no te irás?... No, hombre, descuida; no me voy... ¿Estarás aquí hasta que muera?... Hasta que mueras estaré replicó ella dulcemente.
Pues bien; el duque de Lerma os prendió, porque yo se lo pedí al duque de Lerma, y el duque os soltará, porque yo le pediré que os suelte. A seguida, tú, Cristóbal, irás á casa del señor Gabriel y me devolverás mi dinero. En seguida. ¡Oh! ¡qué alegría, madre! exclamó la Inesilla ; ¿ya no os harán nada? Nada, hija mía. ¡Ni nos ahorcarán! ¿Quién piensa en la horca?
No tengo ya ni fuerzas, ni valor, ni energía para lanzarme á un mundo extraño, inmenso, erizado de dificultades, y lanzarme solo. Era esta la última expresión del abatimiento de un espíritu quebrantado. Le faltaba la energía para aprovecharse de la fortuna más favorable que parecía estar á su alcance. Repitió la palabra. ¡Solo, Ester! Tú no irás solo, respondió Ester con profundo acento.
Clara, que se creyó causante de aquel desperfecto, tuvo bastante fuerza para huir de las iras del carretero, que, á haberla visto, la hubiera maltratado; corrió hacia arriba, y no paró hasta la esquina de la plazuela de la Paja. Allí encontró otro sereno y le hizo su pregunta. Está usted cerca le dijo éste.
Pero, ¿a dónde iremos a parar si Pepillo sigue con esos instintos crueles y depravados? Si viera usted cómo tiemblo al pensar que el mejor día, por cualquier motivo, será, usted objeto de las iras de esa infeliz criatura. No tema usted.... Me quiere, hacemos buenas migas.... No, Rodolfo; es mi hermano, le quiero mucho, pero le conozco; no hay que fiar de ese niño....
Mi tía la Sanguijuelera contestó el chico con tan graciosa naturalidad, que Isidora no pudo contener la risa. Ya aprenderás mil cosas que no sabes. Y dime ahora, ¿qué aspiración tienes tú?... ¿Qué quieres ser?... Yo no quiero ser nada repuso él con apatía. Es preciso que estudies y que trabajes. No volverás a la fábrica de sogas. Irás a un colegio. ¿Qué carrera quieres seguir?».
Bonis no pudo dormir; estuvo mezclando, con mil visiones de pesadilla, despierto y todo, sus remordimientos de antaño, sus iras y vergüenzas de ahora, sus propósitos de energía futura y sus esperanzas de padre.
Palabra del Dia
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