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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Don García entra de nuevo con su puñal lleno de sangre; descubre al Rey su nacimiento, así como el de Blanca, y la ofensa que le ha obligado á vengarse, y dice: Vivía sin envidiar, Entre el arado y el yugo Las cortes, y de tus iras Encubierto me aseguro; Hasta que anoche en mi casa Vi aquese huésped perjuro, Que en Blanca atrevidamente Los ojos lascivos puso.
Culpa de Rocinante, ¡oh dura estrella!, que esta manchega dama, y este invito andante caballero, en tiernos años, ella dejó, muriendo, de ser bella; y él, aunque queda en mármores escrito, no pudo huir de amor, iras y engaños. DEL CAPRICHOSO, DISCRETÍSIMO ACAD
75 en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida. 76 Y tú, niño: profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos; 77 dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados, 78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el amanecer,
Recordaban los crudos inviernos que pasaron reunidos en la ciudadela de *, faltos de combustible, durmiendo en cuadras de cuartel sin un mal lecho, abrigando a los niños con restos de cortinajes, comiendo pan negro que era comprado a escondidas. Se refería, sonriendo, lo que en otro tiempo fue terrible. La mansedumbre de la edad había calmado las iras más acerbas.
6 Por tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron adormecidos. 8 Desde los cielos hiciste oír juicio; la tierra tuvo temor y quedó quieta, 9 Cuando te levantaste, oh Dios, al juicio, para salvar a todos los mansos de la tierra. 10 Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza; tú reprimirás el resto de las iras.
Finge que estás dormido; que estás enfermo; que no quieres levantarte, lo que sea mejor, ¡pero no salgas! Siéntate aquí, a mi lado, en esta silla.... No, Rorró. Me voy, y no sé cuándo volveré. ¿Irás a verme? Sí... ¿no es verdad? Me escribirás.... Llevo tu retrato, y lo miraré a todas horas, y leeré tus cartas hasta que me las sepas de memoria.
Te andan dentro de ellos todas las auroras de la gloria celestial y todas las llamas del Infierno... Quiéreme, aunque no me lo merezco. ¡Me muero por ti! Si no me quieres, te irás al Infierno... para que lo sepas; te irás conmigo... te llevaré yo, arrastrándote por estas barbas.
¿Va usted esta noche a casa de doña Silvia? preguntole Rubín. Eso pienso. Si tú sales me dejarás allá, y luego irás a buscarme a las once en punto. Esto contrariaba a Maximiliano, porque le tasaba el tiempo; pero no dijo nada. Y esta tarde, ¿sale usted? preguntó luego deseando que su tía saliese antes de comer, para verificar, mientras ella estuviese fuera, la sustitución de las huchas.
Y no pensarás en otra, y no verás a otras muchachas, porque yo lo sabré.... Y no irás a la Plaza a oir a Gabrielita.... ¡Linilla! No pienses mal de mí.... Gabriela es guapa, elegante, y qué cosa más fácil que tú.... ¡Me enojo, Linilla!... ¡No; es pura chanza!... Pero, seriamente: ¿verdad que no pensarás en otra, aunque sea linda, hermosa, mejor que yo? Te lo juro, Angelina....
Visita a don Román, tu maestro; al doctor Sarmiento, que es tan bueno con nosotras; a don Basilio, que te quiere tanto; al señor Fernández.... No; a ese no, porque no te conoce. Es el dueño de la hacienda de Santa Clara. ¡Muy buena persona! Ya irás con Pepa. Ya verás: ¡tiene una hija como una plata! Aquí no le faltan pretendientes.... Ya la conocerás.... ¿Almorzaste bien?
Palabra del Dia
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