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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Esa niña, con su carita de Virgen de la Esperanza, va a ser el ama de too, y no queará ni tanto así pa nosotros. Vas a ve cómo se llenan de hijos. Y el prolífico varón se indignaba al pensar en la futura prole del espada, venida al mundo sin otro objeto que perjudicar a la suya. Transcurrió el tiempo; pasó un año sin que se cumplieran las predicciones del señor Antonio.
Lo había visto en aquella iglesia muchas veces oyendo su misa devotamente, y se indignaba contra las malas lenguas que, á guisa de oración fúnebre, hacían memoria de fusilamientos y Bancos liquidados allá en su país. ¡Un señor tan bueno y tan religioso! ¡Que Dios lo tenga en su gloria!... Y al salir á la plaza contemplaba con ojos tiernos los jinetes y amazonas que se dirigían al Bosque, los lujosos automóviles, la mañana radiante de sol, toda la fresca puerilidad de las primeras horas del día, reconociendo que es muy hermoso vivir.
Pensaba, en fin, que aquel hombre que parecía tan cuidadoso de su vida, se había casado con ella con la esperanza de que moriría bien pronto, y se indignaba de ver retrasar con todos sus esfuerzos el acontecimiento que tanto deseaba. Fue, pues, tan dura para él, como era amable para los demás. Ocupaba el fondo del carruaje con la vieja condesa.
Pero no pudo continuar. Miguel la interrumpió con un gesto rotundo de negativa. Era inútil cuanto dijese. Se indignaba solamente ante la suposición de que le vieran sentado á la mesa verde jugando un dinero que no era suyo y teniendo á Alicia á sus espaldas. Además, estaba seguro de perder. La duquesa se separó de él apresuradamente.
El doctor Ruiz se indignaba de que en nombre de la civilización se anatematizase por bárbara y sangrienta la corrida de toros, y en nombre de la misma civilización se alojasen en un jardín los animales más dañinos e inútiles de la tierra, manteniéndolos y calentándolos con un lujo principesco. ¿Para qué esto? La ciencia los conocía perfectamente y los tenía ya catalogados.
Desde entonces se vió que el Cacho é Isquiña perdían el juego. Estaban desmoralizados. El Cacho se tiraba contra la pelota con ira, hacía una falta y se indignaba; pegaba con la cesta en la tierra enfurecido y echaba la culpa de todo a su zaguero. Zalacaín y el vasco francés, dueños de la situación, guardaban una serenidad completa, corrían elásticamente y reían.
Algunos habían sido heridos tres veces desde el principio de la guerra y volvían remendados y galvanizados á someterse á la lotería de la suerte, siempre en espera del golpe supremo... ¡Ay, su hijo! Desnoyers se indignaba oyendo á su esposa. ¡Pero si á Julio no hay quien le mate!... Es mi hijo. Yo he pasado en mi juventud por terribles peligros.
Obdulia, con ocasión o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su bienestar doméstico, unas veces arreglándole la ropa, otras enviándole algún plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.ª Josefa. La odiaba a par de muerte. Decía de ella perrerías en todas partes, y por causarle daño, estuvo a punto de comprometer varias veces a su amo.
Pero se indignaba al considerar el desprecio con que el orgullo germánico trataba al pueblo ruso. ¿Dónde estaba, en los últimos cuarenta años de grandeza imperialista, la hegemonía intelectual de que alardeaban los alemanes?... Excelentes peones de la ciencia; sabios tenaces y de vista corta, confinado cada uno en su especialidad; benedictinos del laboratorio, que trabajaban mucho y acertaban algunas veces á través de enormes equivocaciones dadas como verdades por ser suyas: esto era todo.
Su madre le hablaba risueña, pero con cierto tonillo burlón que la indignaba. Además, había observado que aquella mañana había celebrado con don Oscar una larguísima conferencia. Luego había llegado el tenedor de libros de la fábrica con un hombre desconocido, y los cuatro se habían encerrado en el gabinete de don Oscar y habían estado charlando buen rato.
Palabra del Dia
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