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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Ya no se indignaba: parecía aterrado por las palabras de Luna. ¡Gabriel!, ¡hijo mío! exclamó . Eres más verde de lo que yo creía. Piensa en dónde estás; fíjate en lo que dices. Estamos en la Iglesia Primada de las Españas.... Pero Luna había tomado impulso al remover sus recuerdos históricos y no se detenía, arrastrado por su ardor de propagandista.

Sabrá usted tan bien como yo que los vascos nunca hemos sentido gran entusiasmo por el Ejército ni por la Marina de guerra. Yo no fuí una excepción; por el contrario, la quinta me indignaba; un hermano mío murió en Argelia; el otro estaba sirviendo en un navío del Estado; la tierra de la familia no se podía cultivar, y mi pobre padre me recomendó que fuera a América.

Esto son licorerías, boticas, cualquier cosa, menos lo que fueron en otro tiempo y ¡vamos!, que me dan ganas de echar a volar para no volver, cuando os presentáis con esos papelillos, pidiéndome que haga otra falsificación. El viejo se indignaba oyendo las respuestas de Fermín. Son exigencias del comercio moderno, señor Vicente; han cambiado los negocios y el gusto del público.

Afortunadamente, «la romántica» se fué antes de que se exteriorizase esta antipatía. Pasaba las tardes fuera de la casa. Luego, al regresar, iba repitiendo opiniones y noticias de amigos suyos desconocidos de la familia. Don Marcelo se indignaba contra los espías que aún vivían ocultos en París. ¿Qué mundo misterioso frecuentaba su cuñada?...

El descrédito de Martinán, como el de los grandes filósofos alemanes, procedía de que no siempre lograba ponerse al alcance de las inteligencias vulgares. Como Kant y Hegel solía abroquelarse detrás de un tecnicismo extraño, incomprensible, bárbaro, que á muchos hacía reir y á otros indignaba.

Sólo habían transcurrido algunos meses, pero estaban ya lejanos para Cuadros aquellos tiempos en que el tendero de costumbres tranquilas y rutinarias se indignaba al saber que su hijo iba a los bailes y le esperaba tras la puerta empuñando fieramente la vara de medir. A las cuatro de la tarde entraban las de Pajares en el paseo de la Alameda.

Aún podían ser felices: los tres vivirían en santa calma sabiendo respetarse. Ella no olvidaba que poseía una fortuna, gracias á él: era buena muchacha y haría lo necesario para que su protector no sufriese. Pero el millonario contestaba con voz quejumbrosa, impotente ya para revolverse. «Yo solo, yo soloJudith se indignaba. ¡Grosse bête, va! Lo que él pedía era imposible.

El Mosco se indignaba al pensar en su perro. ¡Y aún vivía el ladrón que le había dado el escopetazo de gracia!... ¡Y él, el Mosco, aún no lo había matado!... Maltrana, escuchando estas proezas de la vida bárbara, el hombre cazando a la bestia y siendo a su vez cazado por el hombre, pensaba con asombro en el origen del famoso dañador.

Muchas de las comunicaciones que enviaba Sandoval al gobierno de Méjico eran devueltas con una nota pidiendo un estilo más claro, por considerar el texto incomprensible. El héroe se indignaba. ¿Para esto hemos hecho la revolución? En el Ministerio de la Guerra no hay mas que gente atrasada; reaccionarios que no pueden entender lo que es el simbolismo.

Y en el silencio de la noche, volvió á reanudar su lúgubre cantinela, á la luz de la luna, camino del cementerio. Lo único que le indignaba era que le hablasen de la extensión de la parroquia y lo difícil de servirla un hombre solo. ¡No, carape!: él tenía fuerzas para servir á Dios hasta que reventase; sobre todo, tratándose de entierros.

Palabra del Dia

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