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Comía lo preciso para no morirse de hambre en alguna taberna de los barrios bajos, y dormía por cuatro cuartos entre mendigos y malhechores en un desván destinado a este fin. En cierta ocasión le robaron, mientras dormía, los pantalones, y le dejaron otros de dril remendados. Era en el mes de Noviembre.

Esto es absurdo decía De Pas . ¿Quiere usted ser el Obispo de Los miserables, un Obispo de libro prohibido? ¿Hace usted eso para darnos en cara a los demás que vamos vestidos como personas decentes y como exige el decoro de la Iglesia? ¿Cree usted que si todos luciéramos pantalones remendados como un afilador de navajas o un limpia-chimeneas, llegaría la Iglesia a dominar en las regiones en que el poder habita?

Al hacer la acción de inclinarse para dejar a sus pies un pesado saco de noche que llevaba, echose de ver, por las inusitadas inscripciones que puso de manifiesto, que la tela con que estaban remendados sus pantalones, fue destinada en su origen a un envoltorio más humilde.

Y a estotra parte estaba el estrado de las señoras, sobre una estera de esparto, de retorno del ivierno pasado; tan remendados todos y todas, que parece que les habían cortado de vestir de jaspes de los muladares. Y entrando don Cleofás y su compañero y diciendo una pobra, fué todo uno. «Ya viene el Diablo Cojuelo», alteróse don Cleofás y dijo a su camarada: Juro a Dios que nos han conocido.

2 se juntaron a una, de un acuerdo, para pelear contra Josué e Israel. 3 Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, 4 ellos usaron también de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,

»Ahora se han agenciado un par de botecillos remendados; y merodeando aquí y allá con ellos, como merodean otros tales, a mar llana, van viviendo muertos de hambre. A estos botes, cosa de media docena en junto, y a una lancha, queda reducido hoy el material de pesca en un puerto tan considerable como éste.

Algunos habían sido heridos tres veces desde el principio de la guerra y volvían remendados y galvanizados á someterse á la lotería de la suerte, siempre en espera del golpe supremo... ¡Ay, su hijo! Desnoyers se indignaba oyendo á su esposa. ¡Pero si á Julio no hay quien le mate!... Es mi hijo. Yo he pasado en mi juventud por terribles peligros.

Comía lo preciso para no morirse de hambre en alguna taberna de los barrios bajos, y dormía por cuatro cuartos entre mendigos y malhechores en un desván destinado a este fin. En cierta ocasión le robaron, mientras dormía, los pantalones, y le dejaron otros de dril remendados. Era en el mes de Noviembre.

Y, á propósito: no hay trovador novel ni poeta melenudo que se haya creído dispensado de echar su parrafito á las orillas del manso Guadalquivir, ó del aurífero Darro, ó á las aguas del histórico Guadalete, sembrando aquí y allá bosques y florestas, frondosidad y fragancia, césped y lirios, que así existen donde los colocan los vates, como yo soy arzobispo; en cambio, cuando alguno de aquellos ingenios ha pisado el suelo de la Montaña, en lugar de cantar lo que ella le mostraba, en lugar de darle lo que se le quita para engalanar ajenas hermosuras, se ha ocupado en escribir á «la civilización» si los moradores de aquende comen borona, andan descalzos y gastan los calzones más ó menos remendados, como si se tratara de un aduar de Marruecos ó de la isla de Annobón.

Dejo de contar la risa tan grande que en la cárcel y por las calles había con nosotros, porque como nos traían atados y a empellones, unos sin capas y otros con ellas arrastrando, eran de ver unos cuerpos pías remendados y otros aloques de tinto y blanco.