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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Yo no necesito viajar por las tierras vírgenes decía Elena . Teniendo al lado a mi marido que huele a todas las yerbas del campo y viéndole comer patatas asadas y forraje me creo transportada a las pampas. ¡Allí te quisiera ver yo! exclamaba Reynoso con su clara risa de hombre feliz . Entonces sabrías lo que es comer. ¿Pues qué es lo que estoy haciendo? Pillando una indigestión.
Aquellos libracos, que había leído con avidez para hacerse todo lo sabio posible, a fin de preparar la educación del hijo, le habían producido, en suma, una indigestión intelectual de negaciones. No era creyente... ni dejaba de serlo. Había cosas en la Biblia que no se podían tragar.
A la mitad del acto cuando Dinorah recobra la razón y quiere recordar la bellísima plegaria ¡Sancta María! entre sublimes vacilaciones de la orquesta, que parecen revelar los esfuerzos mentales de la pobre loca, envolvióse Currita en su soberbio abrigo de terciopelo granate, forrado de pieles blancas, y aceptando en señal de reconciliación el brazo de Diógenes, salió del palco escoltada por Villamelón y Leopoldina, gozoso él por irse a dormir su indigestión, furiosa ella por marcharse sin oír el coro final de la romería.
Rafael Alcántara, que ya había pellizcado en todos los platos de entremeses, volvió a gritar: Señores, que venga por Dios esa cena, porque voy a pillar una indigestión de aceitunas. Acomodáronse todos, al fin. Dos mozos comenzaron a servir los platos.
El hará lo que quiera, o lo que es lo mismo, seguirá con esa mujer hasta que se canse o reviente de una indigestión de pecados como su padre... ¡Dios mío! ¿y para esto he sufrido yo? ¿para esto me he sacrificado años y más años queriendo hacer de él un grande hombre? La austera doña Bernarda, vencida en su autoridad por la rebeldía tenaz del hijo, lloraba hablando con su íntimo confidente.
Mi mujer estaria aquí todo lo bien que puede estar una mujer léjos del país de sus afecciones, de sus conocimientos y de sus hábitos, cuando comprendiera y hablara el idioma: no hablándolo ni comprendiéndolo, vive mártir ó poco menos. No poder hablar es para la mujer una contínua irritacion, una perdurable indigestion de palabras y de deseos, una especie de hidrofobia.
Ya no parece aquello una tempestad, ni un huracán, sino un cataclismo que amenaza desquiciar la tierra, y en aquel momento, el supremo de la ópera, apareció por entre las cortinas de terciopelo carmesí que cerraba el fondo del palco de Currita una cabeza peluda y cetrina, que el tío Frasquito tomó por la del terrible Adamastor, genio de las tempestades, y Fernandito por el bilioso espectro de la indigestión, que evocaban ante él sus jugos gástricos alterados.
Eres una gran mujer, Martita decía Ricardo con la boca llena . Se te puede comprar al peso, y eso que no debes pesar poco, a juzgar por las señales de que no quiero hacer mención porque no me llames pesado... En cuanto vea a Manolito López le diré que no piense en otra mujer si quiere ponerse gordo y rollizo (que buena falta le hace)... Si a mí me cuidas de ese modo, ¡cómo le cuidarás a él!... Basta, basta, Martita, no me pongas tanto dulce... Tú quieres, por lo visto, que pille una indigestión aquí en secreto... Está bien ese pavo: merece los honores que le he hecho...
Lo único positivo que suelen sacar de la fiesta son las señales de los pellizcos ya dichos, las incomodidades y á lo mejor una indigestion por un atracon de dulces ó bizcochos en casa de los buenos parientes. Pero tal es la costumbre y los niños filipinos entran en el mundo por estas pruebas que despues de todo resultan ser las menos tristes, las menos duras en la vida de aquellos individuos...
Cierto que el hombre es un ser débil, insuficiente, que apenas puede soportar ocho comidas diarias; pero la indigestión no proviene de comer mucho, sino de comer mal... Déme usted un cocinero de primera fuerza, de raza, d'élans, y yo le garantizo salud eterna... ¡Oh, bien lo entendía el príncipe Orloff con su ojo tuerto y su brazo manco!... Yo le he visto en París elegir cocinero en público concurso; acudieron diez a su palacio de la embajada rusa: yo fui del jurado, y probamos, antes de fallar, ciento cuarenta platos . ¡Ah!, no, no, Martínez; no es el comer mucho, lo que trae la indigestión... Mi santa madre lo decía: Tripa llena, alaba a Dios.
Palabra del Dia
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