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Actualizado: 5 de junio de 2025


Tan poco, señor, que me creo enteramente incapaz de improvisar dos frases en público. ¡Hum! no es eso precisamente á lo que puede llamarse vocación para orador; será preciso dirigirse á otro lado, pero la materia exige más amplias reflexiones. Por otra parte, veo que está usted fatigado. Tome los papeles que le suplico examine á su satisfacción. Tengo el gusto de saludarle.

¡Hum! gruñó el gigante en señal de admiración, pero sin apartar los sentidos del roast-beef que tenía delante. ¡Qué horror! exclamó doña Martina, como siempre que se hablaba de este suceso inaudito: ya sabemos que su fuerte era la plancha. ¡Vea V., vea V. cómo come su hijo!..... soltando la carne ya mascada en el plato! Miguel se puso colorado otra vez hasta las orejas.

¡Señor cura! exclamaba yo impaciente ¡hum, hum! no es un argumento muy convincente. Permitidme, permitidme contestaba el buen hombre, perturbado en el saboreo de su comida; creo que la señora de Lavalle va más allá de su idea al emplear esta expresión: agentes del diablo; pero también es cierto, que hay muchos hombres, que no son acreedores de una gran confianza.

D. Lorenzooo gritaba el atusado mayor. D. Lorenzo seguía comiendo tranquilamente. D. Lorenzoooo tornaba a gritar. ¿Cómo? decía aquél levantando la cabeza y poniendo la mano por detrás de la oreja. Que hoy he visto a Lagunaaa. ¡Hum! gruñía el viejo bajando de nuevo la cabeza y dándose ya por enterado de la broma. Me ha dicho, que es V. una persona muy simpáticaaa.

Miró entonces a la suela, y estaba esta limpia, flamante, como si jamás se hubiera puesto en contacto con el suelo, ni sufrido la presión de la más ligera golondrina... ¡Hum!... ¿Si resultaría después de todo que el tal Jacobito era un grandísimo embustero, que le había encajado una sarta de mentiras?...

Martín lanza densas bocanadas de su pipa; en medio de la nube en que se ha envuelto, murmura después de una nueva pausa: ¡Hum! eso depende... ¿De qué? De que no le guardes rencor. ¿Yo, guardarle rencor? Vaya, vaya, no te defiendas. Juan no responde. No le costará mucho trabajo convencer a su hermano; y, cerrando los ojos, hunde de nuevo la cabeza en los pámpanos que agita el aire.

Sin duda, , sin duda, pero desconfía de los cumplimientos exagerados y de la vanidad. ¡Bah! Es tan natural el deseo de agradar; nada de malo hay en ello. ¡Hum! he ahí una moral de manga algo ancha respondió el cura revolviéndose el cabello.

Yo aconsejaría á vuecencia que tomase un partido mucho más prudente, que el de lograr por medio de estas cartas que se corten las quejas que vienen de todas partes dijo Santos estirándose el brazo derecho y frotándoselo con la mano izquierda. ¿Y qué partido es ese, Pelegrín? ¡Hum! vuecencia está muy comprometido. , es cierto; pero todo lo que puede suceder será perder la gracia del rey.

Y siguió la carta adelante: «Pero ni las mujeres le engañan, ni él procura engañar á la que por inocente pudiera ser engañada.» ¡Hum! interrumpió el cocinero, sin dejar de leer. «Es un mozo completo, lo que se debe en gran manera á su padre, porque nosotros, por nuestra pobreza, no hubiéramos podido darle los estudios que se le han dado, el título que posee y que podrá servirle de mucho.

Ya lo verás respondió él; yo en esto nada entiendo. ¡Me parece tan débil, tan frágil! Me digo que será un milagro si se salva. Pero el médico pretende que va bien, y lo que es él debe saberlo. ¿Y el niño? pregunté en seguida. Rió con una ligera risa interior que llegó hasta en el crepúsculo. ¡El niño, hum, el niño!...

Palabra del Dia

rigoleto

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